Lo interesante es que la pandemia volteó muchas cosas, y - entre ellas - el periódico donde publicaba. Dejaron de imprimir y la versión web estaba limitada a las noticias. Creo que la mitad del personal quedó sin trabajo y mi editor solamente cubría Coronavirus. Pero lejos de volver al blog, mi entonces reciente duelo, me llevó al ostracismo. Si no hubiera sido por las clases virtuales de la universidad, no me habría relacionado mucho con la gente. Esos cuadritos en la pantalla del computador tienen la virtud de aburrir y terminé leyendo un buen par de libros pendientes. No solamente eso, terminé escribiendo un libro sobre la vida de mi hermana, fallecida el 29 de febrero de 2020.
La Oveja Negra de mi familia se convirtió en mi refugio para el dolor, porque para escribirlo tuve que investigar y decodificar lo que había dejado mi hermana como dato para reconstruir su historia. Cada vez que encontraba un dato, lo contrastaba y pasaba a describirlo, para finalmente insertarlo de acuerdo al diseño de la historia. No quisimos hacer una historia lineal, porque es una historia que comienza con el final de una vida. Es ahí donde una hermana, se convierte en una historia.
En Agosto de este año terminamos de revisarlo y nos presentamos con Editorial Descarriada en la Feria del Libro virtual del 2021. Lo que pasó en adelante fue el comprender todo lo que había pasado en el 2020 y el 2019 entre el padecimiento de Vielka y la manera en que se solucionó mi angustia por los días sin ella. Cada entrevista o presentación, como la que hicimos ya con los libros en la mano en La Casa del Soldado, fue la oportunidad para sanar y entender el proceso que eso llevó en mí como hermana, como artista y como escritora de esta biografía tan interesante.
He recibido llamadas, mensajes y comentarios de lo que ha logrado este libro en la vida de quienes lo tienen. Desde la ternura y la compasión, hasta la inspiración a re-evaluar la historia desde la perspectiva de sus protagonistas. Esto tiene que ver con la decisión de ligar los momentos históricos que tocaron más profundamente la vida de Vielka Chu con su formación artística y personal. Lo conversé con la periodista Diana Martans en el programa de Pauta Radio y con Esther Arjona en La Estrella de Panamá. Ambas indagaban sobre el proceso y sobre el impacto y me hicieron ver que la historia aún no termina, porque el alcance tiene que ver incluso con las cosas que pienso y digo ahora que ya vamos para un año de haber terminado de escribir y dos de caer en cuenta de que mi hermana nos estaba dejando involuntariamente.
No sé si este sea el retorno al blog, porque se sabe que la gente prefiere quedarse mirando historias en video, pero cuando yo miro lo que hemos hecho, sobre todo cuando llegaron Alessandra, Joao y Consuelo a colaborar, me parece un documento valioso y me siento orgullosa de haber comenzado en el 2003 a compartir cuentos en ese bar de la Vía Brasil con el difunto Rey Barría, con Cáncer Ortega y otras bellas almas que estaban ávidas del encuentro literario, musical y humano. Lo cierto es que está la posibilidad y es menos frenética que twitear o meter una historia IG para enriquecer a quienes viven de nuestra privacidad. Lo evaluaré con la ayuda de quien lea y me cuente si funciona. Igual, da gusto escribir con calma, sin esperar likes o visualizaciones. Escribir estas líneas por la única posibilidad de conectar con otro ser humano en cualquier parte del mundo, sin que deba ser "amigo" o "follower", es como volver al viejo teclado y a la hermosa espera de una carta en una botella lanzada al mar.