Para no quitarle seriedad al asunto instalamos el equipo de sonido que habíamos comprado para El Cuento de los Martes, pensando en conseguir patrocinadores para el trademark y la suma de sueños que venían detrás.
Como nota curiosa, nuestro músico, origamista y ahora también bartender (a falta de planilla) trajo un poema de su autoría para leer. Me refiero a Dominigo Muñoz, quien ahora nos sorprendía con dotes literarias. Elsa, después de varias reuniones de estar observando y analizando la situación, finalmente se atrevió a traer un poema, y no solamente un poema, sino uno erótico. La titulaba "Poesía del Amor Erótico" (una agradable redundancia que le perdonamos por la sustentación que hizo a continuación, diferenciando el amor fraternal, el maternal y el erótico).
La verdad, debo decir, que en casa da más espacio a la tertulia, a la conversa - como decimos en Panamá -. Sin embargo hay dos elementos que nos desfavorecen: uno es que es difícil sumar gente porque da verguenza estar trayendo y presentando amistades nuevas que uno no sabe cómo se van a comportar (o si sabe) y dos, que hay que marcharse relativamente temprano y eso no amerita echar todo un cuento para salir de la casa.