martes, 29 de julio de 2014

Revelación onírica


Está bien, me desperté media hora tarde esta mañana, pero estaba soñando con Alessandro Baricco.  En mi sueño el escritor era una mujer delgada y de ojos grandes.  Lo descubrí porque encontré los manuscritos de Seda en la habitación de un hotel.  Ya no pudo negarlo, me contó con algo de resignación que ella era la amante que una vez Hervé Jancour conoció en Japón, la indescifrable extranjera que lo sedujo con su forma de ser sobre las cosas. En la historia real  – según me iba relatando –  Jancour llegó a encontrarla algún tiempo después de la muerte de su esposa y cuando quiso por fin concretar su deseo de amarla se vio más seducido por el recuerdo de su esposa.

La Alessandro Baricco de mi sueño decidió escribir la historia como un pequeño cuento en homenaje a esa manera de intuirse, presentirse y de sentirse, que llaman amor.  Sin embargo, al final de su aventura narrativa se quedó con Seda, una novela corta que ha sido traducida a más de 17 idiomas y que terminó en una producción cinematográfica igual de preciosa, con su respectiva carga de imágenes alucinantes.

En el sueño me fui a dormir y al amanecer el sol que se colaba entre las cortinas me despertó y cuando abrí los ojos también lo hice en mi cama esta mañana, media hora más tarde y asustada por mi capacidad de dormir hasta media mañana sin reparos.  Por suerte eran apenas las seis y Alessandro Baricco seguía siendo un tipo simpático que ama la literatura.   Aunque, pensándolo bien, igual que Hervé, mi escritor tiene algo de femenino y en su escritura también reside esa belleza.

2 comentarios:

  1. En proceso de lectura! Hasta el momento ha sido una prosa deliciosa. Abrazo

    ResponderEliminar
  2. Seda... no puede sino disfrutarse. Una verdadera maravilla de la narrativa.

    ResponderEliminar