martes, 28 de septiembre de 2010

Recovecos de la mente

El tonel de Amontillado es uno de los cuentos más característicos de la narrativa de Edgar Allan Poe.  Su talento se despliega bien en esta pequeña historia, que no por lo poco extensa pierde importancia en el género del cuento.  Quien no lo conozca, pase a leerlo en el siguiente vínculo: 
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ing/poe/barrilde.htm

El autor nos propone un tema en vigencia continua:  el odio gratuito por una ofensa sin intención.  Tan es así, que Poe jamás plasma en la historia la supuesta ofensa, pues carece de importancia.  Hubiera sido pérdida de recursos darle si quiera una línea.  Así que todo lo relatado nos viene del atribulado personaje principal, Montresor, quien haya en cada gesto y palabra de Fortunato una ofensa dirigida a él. 

A lo que si da toda la importancia el autor es a la perfección de un crimen planeado por años. Poe cuida cada detalle con el riesgo de llevarnos en vilo en cada oportunidad que tiene Fortunato de retroceder.  Montresor le da no menos de 10 oportunidades para que no asista a la cava donde piensa matarlo.  Claro que cada oportunidad va acompañada de un sablazo a la debilidad de la víctima, cuya tragedia identifica el agresor en su orgullo de conocedor de vinos.  Incluso llega a utilizar a Luchessi como detonante de ese deseo de llegar primero al vino Amontillado.

Fortunato es un hombre de apariencia feliz, cuya franqueza no deja de ofender al protagonista.  Montresor ha vivido tan pendiente de él, que ha llegado a conocer los detalles de su vida, sin permitir – eso si – que surja en él un mínimo de afección por quien lo ofende ya con sólo existir.  Esta es una historia en la que Poe captó una de esas miserias del ser humano; una envidia infundada, que sólo puede alojar quien anda mal en su pellejo. 

Montresor lo tenía todo materialmente, pero se fijaba en el otro ya casi con obsesión, y esa misma obsesión lo condujo a convertirse en un monstruo.  El relato en sí, del crimen – muy al estilo Poe – es una variación del crimen perfecto, que ya por la imposibilidad legal de contarlo, pierde su valor como hazaña. 

La mente de Poe tenía unos recovecos impresionantes, por donde transitaban las ideas más extrañas para la época en la que vivió – y aun para la nuestra –, y era precisamente una capacidad de ver por dentro al género humano, sus miserias, sus más horripilantes posibilidades y sus contradicciones.  Poe demostró una vez más que la maldad existe y que no tiene nada que ver con merecer o no el odio de nuestros adversarios.

2 comentarios:

  1. Lucy, haz vuelto a tus andanzas blogisticas ¡Y de qué manera!.

    Tremendo cuento de Poe, la pregunta es ¿Qué historia de Poe no es buena?

    Creo que Montresor al final en verdad no logró deshacerse de Fortunato a pesar de haberlo matado. 50 años después recuerda con lujo de detalles aquel día en que lo mató. Y para mucha gente es así, no logran deshacerse de su odio contra los enemigos pase lo que les pase, así estén muertos.
    Otra cosa, espero que sigas echándole letras al blog.

    Saludos, Joao Q

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  2. Ahí está, mi Súper Q. Acabo de postear nuevamente y gracias a ti. Espero llegarte a los tobillos. Un beso!

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