“Te reto”, así decía el asunto del mensaje que me dejó el Súper Q con el vínculo Internet del cuento “De la simetría interplanetaria”*. Yo no conocía el cuento, lo juro. Bueno, al menos no lo recuerdo. Pero la idea… si, la idea de que puedan existir realidades paralelas entre planetas me suena.
En todo caso, comencé a leerlo sin prejuicio alguno, con el único dato de que era un cuento que había impresionado a mi remitente. Cuando vi la intención con eso de los “farenses” me detuve. Esta otra vez creando un lenguaje, pensé. Porque Julio Cortazar suele hacer esas cosas sin importarle un pito si uno cae o no en cuenta a la primera. Ah, no… me dije, esto tengo que leerlo en un libro, acá en la computadora no me concentro.
Larga fue la pausa y corta la sorpresa. No lo tengo, no está en las colecciones que guardo en casa para los días de gotones y alegría. Nada. Así que volví al mensaje, del mensaje al vínculo y del vínculo al cuento. Y luego me volví por el mismo camino, hasta que me tropecé con el reto nuevamente: “te reto a que lo critiques”. Esto es una venganza, pensé. No me dijo “analizar”, “presentar”, ni mucho menos “explicar”, sino “criticar”.
La cosa estaba clara, no se puede pasar agachada por una crítica literaria. Una queda tan juzgada como lo que juzga. Expuesta totalmente frente al texto de un maestro, así voy a quedar cuando me lance de cabeza con este reto. No voy a salir ilesa, y menos cuando hasta un corto cinematográfico se ha hecho de este cuento.
Sacó a pasear al niño, es lo primero que se me viene a la cabeza. Cortazar hecho un Julito, un osito que imagina cosas y que tiene el descaro de plantearlas por ahí. (En este punto me gustaría saber en cuál libro, en qué año, desde cuál país… porque esas cosas a mi me importan en la lectura de un texto. Hasta hoy no consigo saberlo). Pero no, tiene demasiadas imágenes, comenzando por el epígrafe, “This is very disgusting. Donald Duck”.
Espera un poco…. los farenses son bichos, son como arañas, ni si quiera tienen corazón! Pero con todo y eso, al pequeño Julio le parece que son hasta mejores que esos humanos. Llega un punto en que se pregunta “Lo que falta saber es si los seres reaccionan igualmente en todos lados.” y de pronto aflora el posible paralelismo.
¿Y yo qué le puedo decir a Súper Q? Si al mero Julio Cortázar le da la gana de hacernos una bola de mierda a los humanos junto a los farenses, de tratarnos como bichos, casi con el despecho con el que un tipo dice que todas las mujeres son iguales; pero si no conforme suelta lo de El Calvario como un juicio final, como un dictamen médico que nos condena como raza, poco es lo que se le puede reprochar a la sencillez con que lo escribe.
Si, es un niño que se pregunta cuán vil puede ser la humanidad, es un niño que se maravilla con las puestas de sol y que aprecia ser tratado con amabilidad. Llegar tan lejos en la imaginación y trasladar consigo a sus lectores hasta la ciudad 956 para decirles que un planeta puede tener una sola ciudad capital y que al final somos todos la misma cosa, que las pirámides son un artefacto nada espectacular si el uso es cotidiano, hacer todos esos paralelismos sin dejarse afectar por la posible crítica de una pobre mortal, una miserable más entre tanto ser vil de este planetita de pacotilla, más dividido que una manta de retazos…yo no sé si eso puede ser criticado. Lo más que puedo hacer es sentirme donada de una gran lección de literatura.
(*) Aclaro que en este link los dos últimos párrafos pertenecen a otro cuento, comentado anteriormente en este blog.
Súper Q dice que es un libro llamado Prolegómenos a la Astronomía y fue publicado en 1945. Forma parte de una publicación llamada "La otra orilla", que contiene su narrativa desde 1937 hasta 1945.
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