martes, 8 de septiembre de 2009

Un olor a violetas (Giovanna Benedetti)

Cuando una historia te lleva a buscar otras, ya sea en el recuerdo, en la internet o en la librería, ganas de golpe un mundo nuevo. Eso es - entre otras cosas - lo que logra Giovanna Benedetti cuando nos ofrece el cuento "Un olor a violetas", de su libro "La lluvia sobre el fuego" (1982).

La narración impecable de este trabajo literario, tan viva y sensual como la historia misma, nos recomienda "Delta de Venus" de Anaís Nin, "Trópico de Cáncer" de Henry Miller y "Justine" de El Marqués de Sade, a través de la tímida voz de un vendedor de libros que lleva una relación erótico-literaria con una cliente, tanto o más castrada que él en el amor. Resulta maravilloso como cada escena de "Un olor a violetas" se relaciona con los libros que se van mencionando entre el vendedor y la cliente. Ella y su sexualidad, el deseo que ambos se muestran en cada gesto, y por último, los famosos "Infortunios de la Virtud" que delatan las penurias del vendedor por no atreverse a las perversiones de las que fuera capaz "el títere" con "la muñeca" de estos relatos tan intensos.

La música de fondo es parte de la historia y es otro regalo que nos da la escritora cuando la nombra en boca de "la muñeca" que le sacude el piso a nuestro personaje. Ruby Tuesday de los Rolling Stones, y su estribillo "who could hang a name on you?" nos abrazan al final de la historia, nos acurruca para recordarnos que podemos amar a un desconocido y hacer ese tributo a la libertad con un sacrificio más sacro que cualquiera en este mundo y en el otro. ¿y qué me dicen de la línea "Cash your dreams before they slip away", que por el contrario reclaman actuar antes de que los sueños se desvanezcan?

El vendedor se sabe ante varios sucesos extraordinarios y sufre por su propia incapacidad de consumar su deseo. Se dice que "mañana", y cuando se da cuenta de su error, se consuela pensando que en otra casa le espera otro tipo - quien sabe si mejor - de suceso extraordinario; pero quienes leemos esta historia ya no somos como antes, ya no podemos esperar para echar a volar, para aferrarnos a lo extraordinario, ya no permitiremos que Ruby Tuesday se vaya con su nombre y nuestros anhelos de volverle a ver.


La foto, obviamente no es mía...la tienen cientos de sitios internet.

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