martes, 27 de septiembre de 2016

Festival de Poesía


Este es el programa que comienza hoy.  Ahora se entiende por qué no publico nada hace rato. 
Y si me quieren ver en estos días, estaré en todos los eventos, pero detrás de la cortina.

martes, 21 de junio de 2016

Kundera para reírse

Estoy por la primera parte de El libro de los Amores Ridículos de Milán Kundera, un escritor nacido en la Checoslovaquia de 1929 y cuya obra está muy permeada por la situación política de su país, de donde sale a mediados de los 70 casi tan asfixiado económica y socialmente como el protagonista de su obra más famosa: La insoportable levedad del ser.

Esta primera historia, llamada “Nadie se va a reír” es un cuento perverso, dónde el personaje principal – un profesor asistente de Historia de la pintura, que aspira una cátedra en la Universidad – se ve envuelto en una serie de situaciones incómodas, como consecuencia de dos acciones que nunca pensó fueran a volverse un problema.  La primera, una crítica de arte publicada en una revista científica; y la otra, su manifiesto desinterés por hacer un informe sobre un estudio escrito por el señor Zaturecky, que a nadie le interesaba.  La revista “Pensamiento Artísitico” le había derivado la responsabilidad de rechazar el trabajo; y él, un crítico de arte bastante ajeno a las complacencias egocéntricas que suelen darse en los ámbitos artísticos en los cuales se elogian  entre sí (o al menos no hablan mal del trabajo del otro), como un pacto de caballeros, trató el asunto con desdén, pensando que para el autor la cosa quedaría en el olvido.

Esta es la apuesta de la literatura, que a pesar del paso del tiempo y de la aparente diferencia entre circunstancias históricas, las situaciones son vigentes y son escritas con posibilidad de ser comprendidas más allá del intelecto.  Milán Kundera sigue hablando sobre su dificultad como escritor en la Checoslovaquia de los años 70, cuando la censura se ejercía no sólo en la prohibición de circular ciertos textos, sino en la censura social con actitud pasivo-agresiva, en la que hasta la Junta de Vecinos se incomoda al ver que el profesor se daba el lujo de no atender la necesidad de un “camarada” de publicar un artículo mal hecho, con el sólo propósito de “ser reconocido como científico” ante la sociedad. 

Unas cuatro o cinco palabras nos hablan de la situación de represión intelectual que vivía el autor, del poder institucional que reinaba en la mediocridad y de la mojigatería que acuerpaba estos falsos baluartes de la intelectualidad y el arte.  Y sin embargo, todo el cuento es para reírse, para reírse de lo increíblemente absurdo que puede ser insinuarle al crítico el daño que le hace al Status quo y por reclarmarle la humillación que recibe un plagiador por un trabajo lleno de incongruencias, lo ridículo que puede ser juzgar la vida privada de una persona en un Comité de Vecinos y lo incómodo que resulta discutir la redacción de un estudio científico con una persona que no sabe leer.

Milán Kunderas dice que fue uno de los trabajos que más disfrutó porque estaba en la época más feliz de su vida, pero no por el tono de estos escritos dejó de ser crítico con el sistema. Tampoco deja de ser afilado para señalar a la sociedad hipócrita y para que sus personajes digan las verdades que a él la época no le permitió.

La historia - como dije - es vigente. No se logra salir ileso del trabajo del crítico de arte.  Los pequeños mundos del arte creen que sus trabajos no son criticables, que una vez salidos de sus manos representan a la humanidad y están dispuestos a vengarse en la esfera social.   El crítico que no da concesiones a las "figuras importantes" pasa a ser un indeseable, un paria que se va quedando sólo con su amargura y que seguramente es criticable desde la construcción social, porque su vida íntima suele ser el único elemento para combatirlo.  Los centros de enseñanza privilegian la mediocridad, se basan en una meritocrácia que ni siquiera alcanza para sustentar sus decisiones.  Se pierden buenos profesores que no están dispuestos a negociar el aprendizaje de sus estudiantes por acumular seminarios y diplomas vacíos.  Todavía vale más la presión social, que el amor y el deseo de felicidad y lo último en lo que se interesa la sociedad es en la verdad.

Lo bueno es que leyendo El Libro de los Amores Ridículos, podemos reírnos.


martes, 26 de enero de 2016

El retorno

Tendría que comenzar por pedirle, que si no ha leído el libro de cuentos Putas Asesinas de Roberto Bolaños, comience por leer El retorno y creo que lo puede hacer en esta dirección de internet: https://estoespurocuento.wordpress.com/2013/09/10/roberto-bolano-el-retorno-cuento/

Los otros cuentos que he leído de esta colección me parecen refritos de Los detectives salvajes, y - de hecho - en uno de los cuentos narra el encuentro de Arturo Belano con un libro de poesía francesa en África.  Encontrarme con eso me dio como náuseas.  Era como revivir los días de lectura que terminé por disciplina, más que por la curiosidad de encontrar a Cesárea Tinajero.  El primer cuento ya me lo avisaba, pero los giros me gustaron.  Yo no sé, es como si Bolaños hubiese escrito entre estados de lucidez y desorientación.  Supongo que alguna gente se sentirá identificada...

Claro, en la literatura hay una comunicación que pasa también por identificarse con una historia.  Hay  distintas maneras de identificarse, por supuesto.  Desde haber pasado por una historia similar, hasta encontrar un parecido en la forma de ver la vida de un personaje, como también la repulsión o el morbo.

Leyendo el cuento "El retorno", me gustó desde la primera línea, cuando dice "Tengo una buena y una mala noticia. La buena es que existe vida (o algo parecido) después de la vida. La mala es que Jean-Claude Villeneuve es necrófilo, porque desde el principio te cuenta la historia y luego te va desarrollando, pero luego me ocurre otra cosa como lectora.  En la mitad de la historia describe los sucesos de un acto de necrofilia, que después se va tornando en un acercamiento distinto al personaje que se supone debemos detestar.

¿Qué hace una con un personaje que le teme a la gente?  ¿Cómo lo juzga? La razón parece no entrar en juego cuando entendemos que Villeneuve no está simplemente abusando de cadáveres, sino que les trata como si les amara, como si su efímera presencia fuese una eterna despedida de un encuentro que duró muy poco.

Hace tiempo había pensado en una imagen parecida, cuando escribí un cuento llamado La viuda. Allí Rubiela, una mujer que colecciona fotografías de personas que aparecen muertas en los tabloides, se enamora de Abel cuando conoce de su trágica muerte en una confusión.  Narrar el momento en el que Rubiela se queda sola con Abel en la morgue, a parte de darme algunos problemas logísticos, hizo que me preguntara qué es lo que amamos de esa otra persona.  No estoy segura si se trata de su historia, de la imagen que nos hacemos, o de la posibilidad de acercarnos.  No sé si vemos la realidad o el reflejo según la luz que ponemos.  ¿Qué representa un cuerpo que dentro de poco se va a descomponer, pero que podemos tener ahí a nuestro alcance gracias a la quietud de la muerte? ¿Puede ser amado alguien sin vida?

En "El retorno", el autor plantea otra cosa desde el punto de vista del fallecido, pero el hecho de explorar la condición humana, de tantear las posibilidades dentro de la complejidad de la mente supone un ejercicio de desprendimiento del pudor, de tocar al personaje hasta donde se pueda para crear una historia.  Cuando leí este y pensé en el cuento que yo había escrito, no estuve segura si fui demasiado sutil o si hubiera querido que mi personaje enamorada tuviera un contacto sexual explícito con el difunto desconocido.  Tampoco se prestaba para eso por el desarrollo, pero de pronto si Rubiela lo hubiera podido embalsamar y llevarlo a casa...




martes, 5 de enero de 2016

Historias que son historia

En Córdoba, Argentina, la memoria es vital para fortalecer aquello que fue herido. Muchas desapariciones en los años 70 son registradas en un espacio donde fueron torturadas personas de toda clase, consideradas sospechosas para el gobierno de turno.  Aquí presento algunas imágenes del Archivo de la Memoria, al cual no pude entrar por los horarios.

Sin embargo, parada al frente de esa puerta, en esa calle junto a la Catedral experimenté eso de no tener información, de mirar por las rendijas, de saber y no saber, y - por supuesto - de preguntarme ¿Por qué tanto odio?

Museo Archivos de la memoria

Vista hacia el interior del edificio usando un orificio en la puerta.

Desde una rendija de la puerta

Stencil en memoria de los secuestros
que se dieron desde el año 69 en Córdoba

Vista desde una ventana abierta en la actualidad.

Stencil sobre el piso de la entrada

Nombres de los desaparecidos y gente que fue torturada en ese lugar.

Estas leyendas las encuentra en muchas vías públicas
donde se dieron los hechos y esta en particular explicando
que el museo fue alguna vez un lugar de tortura y desapariciones.


Dos cositas:  Quiero agradecer a Mónica Sonsogni por explicarme y por llevarme al centro de Córdoba a conocer algo de historia de Argentina y decirles que estas son fotografías originales y que si las van a usar para otra cosa, que no sea con fines comerciales.