Tendría que comenzar por pedirle, que si no ha leído el libro de cuentos
Putas Asesinas de
Roberto Bolaños, comience por leer
El retorno y creo que lo puede hacer en esta dirección de internet:
https://estoespurocuento.wordpress.com/2013/09/10/roberto-bolano-el-retorno-cuento/
Los otros cuentos que he leído de esta colección me parecen refritos de
Los detectives salvajes, y - de hecho - en uno de los cuentos narra el encuentro de
Arturo Belano con un libro de poesía francesa en África. Encontrarme con eso me dio como náuseas. Era como revivir los días de lectura que terminé por disciplina, más que por la curiosidad de encontrar a
Cesárea Tinajero. El primer cuento ya me lo avisaba, pero los giros me gustaron. Yo no sé, es como si
Bolaños hubiese escrito entre estados de lucidez y desorientación. Supongo que alguna gente se sentirá identificada...
Claro, en la literatura hay una comunicación que pasa también por identificarse con una historia. Hay distintas maneras de identificarse, por supuesto. Desde haber pasado por una historia similar, hasta encontrar un parecido en la forma de ver la vida de un personaje, como también la repulsión o el morbo.
Leyendo el cuento "El retorno", me gustó desde la primera línea, cuando dice "
Tengo una buena y una mala noticia. La buena es que existe vida (o algo parecido) después de la vida. La mala es que Jean-Claude Villeneuve es necrófilo" , porque desde el principio te cuenta la historia y luego te va desarrollando, pero luego me ocurre otra cosa como lectora. En la mitad de la historia describe los sucesos de un acto de necrofilia, que después se va tornando en un acercamiento distinto al personaje que se supone debemos detestar.
¿Qué hace una con un personaje que le teme a la gente? ¿Cómo lo juzga? La razón parece no entrar en juego cuando entendemos que
Villeneuve no está simplemente abusando de cadáveres, sino que les trata como si les amara, como si su efímera presencia fuese una eterna despedida de un encuentro que duró muy poco.
Hace tiempo había pensado en una imagen parecida, cuando escribí un cuento llamado
La viuda. Allí
Rubiela, una mujer que colecciona fotografías de personas que aparecen muertas en los tabloides, se enamora de
Abel cuando conoce de su trágica muerte en una confusión. Narrar el momento en el que
Rubiela se queda sola con
Abel en la morgue, a parte de darme algunos problemas logísticos, hizo que me preguntara qué es lo que amamos de esa otra persona. No estoy segura si se trata de su historia, de la imagen que nos hacemos, o de la posibilidad de acercarnos. No sé si vemos la realidad o el reflejo según la luz que ponemos. ¿Qué representa un cuerpo que dentro de poco se va a descomponer, pero que podemos tener ahí a nuestro alcance gracias a la quietud de la muerte? ¿Puede ser amado alguien sin vida?
En "El retorno", el autor plantea otra cosa desde el punto de vista del fallecido, pero el hecho de explorar la condición humana, de tantear las posibilidades dentro de la complejidad de la mente supone un ejercicio de desprendimiento del pudor, de tocar al personaje hasta donde se pueda para crear una historia. Cuando leí este y pensé en el cuento que yo había escrito, no estuve segura si fui demasiado sutil o si hubiera querido que mi personaje enamorada tuviera un contacto sexual explícito con el difunto desconocido. Tampoco se prestaba para eso por el desarrollo, pero de pronto si
Rubiela lo hubiera podido embalsamar y llevarlo a casa...