martes, 29 de diciembre de 2009

anécdotas

Pequeñas historias personales que convierten a cualquier persona en un potencial cuenta-cuentos. "Yo tenía un profesor que se dormía en clase, pero sobre todo cuando nos ponía pruebas escritas. Así que una vez le hicimos una broma: la clase entera salió sigilosamente y dejamos los exámenes en el escritorio". Esa sería una anécdota inolvidable, lástima que nadie me la haya contado. Me pregunto si habrá ocurrido alguna vez.

Si, también hay quienes hacen de un detalle una falsa anécdota, un verdadero cuento inédito. Hay las que parecen mentira y otras que cuando van llegando al final revelan su inutilidad. Vaya que si. El autor comienza con gran entusiasmo y se va desinflando en cuanto se descubre a sí mismo en medio de una historia tonta.


Como se espera que los escritores tengan su anécdota personal con algún famoso, yo elijo contar la mía con Gabriel García Márquez. Para darle veracidad, les dejo el autógrafo adquirido.

Resulta que estaba yo en Cartagena (típica frase introductora), trabajando con la UNESCO y la FNPI. Mi contacto en la ciudad era una chica muy simpática, con la que organizamos un evento para periodistas. Tomábamos un descanso en mi habitación del hotel, cuando me pidió el teléfono para llamar a su tío, como solía hacer después de almuerzo. A pesar de que las llamadas en los hoteles suelen ser costosas, se lo presté. Pasados unos minutos empecé a pensar en esto del costo, pero algo me contuvo de protestar: ella le decía "tío Gabo" y le contaba que ya estaban en la ciudad los periodistas de Jaimito (Jaime Abello, el colombiano). "Viera tío, que estoy con Lucy, una panameña que tiene unos cuentos más buenos...". Y de pronto...me extiende el teléfono: mi tío, que la quiere conocer, dijo sin más pre-aviso que una pícara sonrisa.

¿Tu tío es Gabo, el escritor? Si, me dijo, ese. Y mi traicionero dedito índice empezó a decir que no como loco. Pero la suerte fue que la sobrina intrépida estuvo genial y con un par de comentarios más entre el teléfono y mi palidez, me acercó la oreja al auricular.

Hablamos. Fuimos grandes amigos y nos dimos cita en el lobby del hotel. Cuatro de la tarde y llegó vestido de blanco, pero un tropel de gente lo rodeó. Claro, periodistas. No firma autógrafos sino en libros y yo no tenía uno suyo. No, además se acabaron en la tienda del hotel. Si, demasiados periodistas, todos queriendo su anécdota con famoso. Yo ni siquiera era periodista, y cargaba mi nueva adquisición: historias de Cronopios y Famas, de Julio Cortázar, recién comprado mientras esperaba.

El feliz encuentro se dio en medio del tumulto. Yo soy Lucy. Ah...la panameña. Es un placer conocerte. Igualmente. ¿También quieres que te firme un libro? No, es que no tengo uno suyo, sino algo que acabo de conseguir. ¿Quieres que te lo firme? ¿Lo haría? Lo haría. Lo demás fue historia, señoras y señores: "Para Lucy, de uno que hubiera querido ser Julio, GG Márquez 99".

Fui muy feliz, porque a parte de constatar nuestra mutua admiración por Cortázar, la complicidad de una cita frustrada por la fama me dejó el buen sabor de conocer de un artista de la palabra, que es además humilde y honesto con la literatura. (Bueno, este párrafo es más bien después, cuando a uno le preguntan ¿y qué sentiste?).






martes, 15 de diciembre de 2009

Libro en mano

En El Cuento de los Martes, la costumbre es proponer un cuento. En mayoría de los comentarios hay un enlace en donde puedan encontrar la historia, pues sería pedante creer que todos tienen a mano los mismos libros que yo. Espero haber despertado la curiosidad de alguien y llevarlo a un libro de cuentos, a un autor, o bien, a un sitio de Internet que les parezca bueno.

Yo prefiero disfrutar de la literatura con libro en mano, pero confieso que mi educación literaria la hice a punta de fotocopias. Casi toda la carrera de Humanidades iba de la Biblioteca Simón Bolívar al Salón de Profesores, pidiendo préstamos y sacando copias de tal a tal página. Muchas otras veces tenía un texto copiado por quinta vez. Es una de las razones por las cuáles a veces no recuerdo a los autores que leí. La fotocopia no te da ese contacto con la tapa, en la que el autor se presenta en primer plano.

Un poco de lo mismo pasa con la Internet. Se puede leer un texto sin llegar a saber quién es su autor. Si no atrapa, uno hasta puede abandonar la lectura sin interesarse por indagar sobre el autor. Es algo muy superficial, pero pasa. Deja un vacío, pero a veces no. Puede ser que allí se descubra un modo de escribir que atraiga, y la vida puede cambiar con esta costumbre que para algunos resulta monstruosa.

En el conversatorio de hoy sobre el tema de las publicaciones en Panamá, se dieron comentarios muy desatinados en torno al tema de los lectores (por no hablar de malcriadeces varias). Tal parece que nadie se ha tomado la molestia de tratar de entender al receptor de la literatura. Se publican obras esperando que “el público” las acepte porque un grupito de intelectuales dice que uno debe. ¿Si fabricáramos papel higiénico morado, deberíamos molestarnos porque se nos quedan en los anaqueles? ¿Cuál sería la ruta lógica para hacer conocer sus bondades?

Los autores que hoy veneramos como clásicos no se vendieron bien en sus tiempos. Hoy parece que es más importante la fama que la oferta. Obsesiona la venta. Y lo peor fue escuchar que el Estado “gasta” mucho dinero en publicaciones que no retornan si quiera lo que vale producirlas. Ese comentario venido de un escritor, me deja pensando. Afortunadamente, un siquiatra salió a mi auxilio para explicar a los panelistas que de nada sirve la pose de airado, porque el problema está más allá de las propias narices. ¿De qué sirve una pseudo-industria de libros en un país sin calidad de vida? Hay que tragar sapos y culebras antes que alguien crea que es una inversión comprar un libro de poesía, sobre todo si los mismos que se supone que la promueven, dicen que es un gasto.

Creo que la cosa terminó con un mal sabor, que ni la misma Briseida Bloise, con todo su buen juicio, logró disipar. Al menos yo me fui con la idea de que si hubiera sido por pensamientos tan egoístas, mi acervo literario sería aún más chiquito de lo que es hoy, pues toda la literatura que compré en gangas, todas las fotocopias y los libros regalados por sus autores auto-promovidos, nunca me hubieran llegado como un soberano derecho a educarme sin tener 10 dólares para comprar una novela, un libro de cuentos o un poemario.

martes, 17 de noviembre de 2009

no me esperen despiertos...

...si, es que me voy pa'l cine, mi gente. Voy a ver La Ciencia del Sueño, principalmente porque es irresistible ir a ver a Gael García Bernal hablando en francés, pero también porque la dirige Michel Gondry, que es muy innovador y bueno con la música. De hecho, esta película ya se ganó un premio internacional por su música, la cual espero disfrutar montones.

Por ahí les echo el cuento!!!

martes, 3 de noviembre de 2009

fiestas patrias y otros cuentos

Desde que leí el ensayo “El 3 de noviembre”, escrito por Diógenes de la Rosa, supe que la historia oficial de Panamá era una mala ficción. Tuve la tentación de ir a reclamar a mis profesores de historia de la escuela, pero conversando con mis compañeros de universidad del turno de la noche (ellos rayando los 30 años y yo con 17) entendí que eran [los profesores] tan víctimas como yo de una práctica que era utilizada también por el César romano en sus peores momentos de estrategia militar. Si, el César ganaba muchas batallas a punta de encargos historiográficos. Así ganó, por ejemplo, la lucha contra los Celtas, difundiendo sus supuestas prácticas satánicas y convirtiendo la fiesta estival del inicio del Samhain en la parodia que hoy conocemos como Halloween o Día de Brujas. Pero también difundió que había ganado batallas que nunca se dieron y que había muerto gente que ni conocía.

En el caso Panamá, la cosa es penosa. Es decir, la misma historia oficial, desde el flamante “Descubrimiento de América” es un chiste sin gracia. Nada cuadra, nada tiene coherencia y las imágenes mucho menos tienen que ver con los genotipos que llenamos esta cintura americana. Por ejemplo, la foto de los “independentistas” tiene como protagonistas a unos señores de aspecto distante y occidental que nada tienen que ver con el Panamá criollo. Quienes hemos recitado la historia oficial con fines académicos, lo hemos hecho como se repite el credo en la ceremonia de confirmación de la Iglesia Católica: oliéndonos el cuento, pero sin más remedio que dejar las dudas para la almohada.

P E R O existen personas que se aprendieron el credo histórico, con la condición de que se les diera cuenta de cada palabra, y esos son quienes hoy – acusados de herejes de la patria – nos traen las incongruencias del proceso de independencia (más de 80 años entre lo de salir de España y desentendernos de la Gran Colombia) con las posibles respuestas filosóficas, económicas y políticas de lo que se cocinó en las aguas del Canal de Panamá. El ensayo de Celestino Araúz sobre la separación de Panamá de Colombia (disponible en la Revista Tareas 117) es tan detallista que indica las edades de los supuestos próceres y sus actividades económicas. Mejor dicho, quién trabajaba para quiénes y por qué le toco tal papel en el guión.

Otro hereje que anda suelto es un joven cuyo libro tiene la osadía de llamarse “How Wallstreet created a Nation” (JP. Morgan), en el que incluso muestra pruebas de los pagos y transacciones que se hicieron alrededor de la Separación de Panamá de Colombia. Otra vez los historiadores señalan que el libro es inexacto, indecente e imposible, pero para qué dudar, si la mejor prueba es el Tratado Hay-Bunau Varilla del 18 de noviembre de 1903, que otorga 10 millas de terreno “a perpetuidad” para la construcción y manejo del Canal. Dígame si en Estados Unidos no debería declararse fiesta nacional este martes?

Y para no desentonar con el rasgo intolerante y totalitario de estas fiestas patrias en Panamá, debemos recordar cómo el catedrático universitario Julio Yao ha sido acusado por el gabinete en pleno de cambiar la historia, una historia que conviene no desempolvar para volver a firmar un tratado como el Hay-Bunau Varilla (¿o será Bunau VARELA?), que permita colocar bases militares estadounidenses en Panamá “para cooperar con la lucha contra”….uy, ya se me olvidó cómo era el cuento!



martes, 27 de octubre de 2009

Siestas Dominicales

Este singular cuento de la escritora Claribel Alegría (disponible aquí en Latino Literature), publicado en 1997 por UCA Editores en El Salvador, va de la mano con una realidad indiscutible, que su autora supo destacar con una sencillez aterradora. Me refiero a la candidez, aquella maravillosa condición que solemos perder cuando todavía pudieramos seguir siendo felices en su hermosa presencia.

Aunque esta historia lanza muchos cuestionamientos, lo cierto es que también nos recuerda que una vez fuimos niños para asombrarnos, para absorver comportamientos de los grandes, y sobre todo para pensar que todo lo sabíamos imitar bien. Se sabe que si, que los niños - y no sólo estos intrépidos niños narrados por Claribel - encuentran sus propias explicaciones, que tienen sus lógicas particulares y que para ellos todo es un juego; pero es difícil pensar que podrían actuar una escena sexual sin los recovecos que le implantamos los adultos. Es decir, toda la cuestión mental y sentimental se ve simplificada en esta historia, que nos descoloca por su contundente veracidad.

La escritora usa principalmente el diálogo como recurso narrativo, y una diría que no cabe más nada, porque en cuestión de niños, cualquier interpretación queda sobrando. Sin embargo, cuando recurre a la narración de testigo, pareciera que se tratara de otro niño; ya que describe la situación casi que con igual inocencia. Es como si hubiera decidido dejar que una niña o un niño nos contaran esta historia desde su punto de vista.

Hay muy pocas palabras, como "alborozada", "implorando" y "exhaló", las cuales tal vez pudieran despistar de éste último dato, pero por lo demás, se deja leer como si fuera un relato infantil, pero domesticado con buen manejo del ritmo y estructurado para disfrutar el entorno veraniego de estas aventuras pueriles.


martes, 20 de octubre de 2009

El peligro de una única historia

Chimmamanda Ngozi Adichie es una joven escritora nigeriana, académica de Yale, con una propuesta artística muy concreta: entender que hay varias versiones de cada historia. De ella se dice que es la promesa literaria de Africa, un continente que - como dice Adichie en una entrevista para la televisión portuguesa - está acostumbrado a escuchar lo que otros cuentan de su vida. Le preocupa que no haya mucha literatura escrita por africanos, sobre todo porque a lo largo de la historia son los europeos quienes narran a sus antepasados (y a sus contemporáneos) como "animales sin cabeza con los ojos dibujados en la ropa", legiones enteras plagadas con el HIV, miserables sin educación ni futuro y gente abatida por la guerra.

Pero la propuesta de su conferencia "The danger of a single story" puede y debe ser tomada por los latinoamericanos, como una invitación a seguir contando nuestra versión de la historia, de nuestra gente, de nuestras tierras. Ella, por ejemplo, nos habla de un México que conoció en las universidades de los Estados Unidos. Dice que son contrabandistas, ladrones, indocumentados e ignorantes, a quienes ella esperaba encontrar en su primer viaje a ese país.
Adichie nos recuerda cuan impresionables somos ante la literatura, particularmente cuando somos infantes, y nos pone como ejemplo su propio caso. Ella, nacida en la clase media nigeriana, educada en el contexto de una ciudad universitaria por el trabajo de sus padres, contaba sus primeras historias con personajes de grandes ojos azules, que jugaban en la nieve, añoraban el sol y tomaban Ginger Beer.

Personalmente, y apoyada por las muñecas Barbie de todo el vecindario, el imaginario de lo normal para mi, también fue un mundo de bosques de pino, abrigos de lana, casitas con el techo de dos aguas y árboles de manzana. En mi patio crecían limones, papayas, yuca y ñame. Me frustraba eso, y tener un gallinero en vez de patos u ovejas. Siempre me angustió no entender qué era un huso, como el que le cambió la vida a La Bella Durmiente. Eso, además de no entender exactamente en qué consistía ser bella y por qué todas las bellas vivían al otro lado del mundo, usaban abrigos rojos y tenían la cara rosada.

Aunque esta mujer menciona al filósofo John Locke como fundador en occidente de ideas erróneas sobre África en muchos de sus ensayos, no parece creer que esto tenga más peso en el imaginario mundial que toda la literatura que se expande sobre las grandes llanuras africanas, en las que los nativos se entremezclan promiscuamente con los animales y brincan de gusto al ver a un hombre blanco vestido con extraños sombreros y ropa color de arena. Lo mismo ocurre en el arte audiovisual, como lo planteaba la antropóloga costarricense Anabel Contreras, en su conferencia sobre la deformación de América Latina en el cine. Ésta última, nos recordaba como Disney presenta al personaje José Carioca (el latin lover de las caricaturas) en el corto animado "Aquarela do Brazil", en el año 1942. Así es que para quienes conocieron esta versión de nuestras tierras tropicales, se dejaron impresionar por una vegetación que hace coreografías y coros, una fauna servicial, y personajes que sacan música hasta de un paraguas, que beben aguardiente como si fuera jugo de frutas, que caminan bailando, con ese potencial sexual envidiable y esa forma de hablar inentendible, pero con una admiración extrema por Hollywood. Así nos diseñaron y así fuimos poco a poco cediendo para encajar con el imaginario creado por quienes escribieron nuestra historia.
-
Por todo lo anterior, Chimmamanda Ngozi Adichie, escritora nigeriana y académica de Yale, nos invita a escribir y a consumir literatura en la que nosotros nos contemos a nosotros, en la que reconstruyamos lo devastado por tanta incomprensión, por tanta lucha de poder, por tanta tiranía y racismo.

martes, 13 de octubre de 2009

Rey Barría y las "Ánimas Volcánicas"

"Como todos los viernes en la tarde, los parroquianos de "El Volcán" se disputaban sillas y mesas con los clientes recientes que han descubierto un lugar y un pretexto en donde comer un buen pescado frito acompañado de una veintena de cervezas".

Con estas palabras, comienza Rey Barría su cuento "Ánimas Volcánicas" del libro "cuentos.com/probados", una historia en la cual se entreteje lo fantástico, lo anecdótico y lo histórico. Si, El Volcán es efectivamente un sitio así como lo describe el autor a lo largo de su relato. Tal vez es cierto que en su rockola, llamada "El Cementerio" por su colección de intérpretes difuntos como Beny Moré, Rolando La Serie y Celeste Mendoza, había un letrero que decía "Terminantemente prohibido bailar" (no lo recuerdo bien), pero si recuerdo que las veces que fui allí, nos vimos obligados a salir antes de la media noche, porque así fuera que estaba al desborde, cerraban relativamente temprano.

Si claro, de hecho creo que conocí a Rey Barría en El Volcán, junto a los compañeros del Colectivo José Martí, con quienes nos congregábamos los sábados después del taller literario. Allí también conocí al arquitecto Kourany, gente con la que muchas lunas después compartimos en El Cuento de los Martes. En esos días pude experimentar lo cierto de que "cuando una mujer entra a "El Volcán" se hace más linda y esbelta, pero cuando sale pierde esos atributos que sólo son posibles apreciarlos en las pupilas dilatadas de los bebientes activos". También recuerdo al mesero que sabía si iba a llover por una platina que tenía en la rodilla, así como a los gatos que frecuentaban los alrededores en busca de sus espinas de pescado.

Pero con los años de ser parroquiando del ex-jorón, seguramente Rey Barría, como otros tantos fieles, se habrán preguntado por qué nunca se permitían cerrar después de las once de la noche. Y seguramente entre esas elucubraciones nace esta narración de lo que pudo ser una noche en las intimidades misteriosas de El Volcán.

Es un texto muy rico en descripciones, con un toque poético. Su tono recuerda levemente algunas historias de Cortázar, pero conserva su atención en los hechos locales, en los contextos lúdicos que rodean a la referencia principal, que es el entrañable local citadino. Este libro salió en el 2003, justo cuando El Cuento de los Martes nacía en sus andanzas y los parroquianos del bar Mi Habana pudimos disfrutar de las lecturas de su autor y adquirir un ejemplar para disfrutarlos en nuestra propia intimidad, o como ahora, con el mundo cibernético.

martes, 6 de octubre de 2009

A clean well-lighted place

Se dice que este es uno de los mejores cuentos de Hemingway. De hecho, James Joyce en Conversations with James Joyce, llegó a afirmar que era uno de los mejores cuentos de la literatura, ya que con él había logrado reducir al máximo el velo entre la literatura y la vida real.

Si tomáramos la historia en su conjunto, diríamos que se trata de dos meseros al final de su turno, que deben atender a un anciano alcohólico, quien frecuenta el establecimiento con cierta regularidad. Uno de los meseros, el joven, está ansioso por retirarse, y el otro, más maduro, trata de entender al cliente y hasta siente cierta empatía por su situación. De allí, que el nombre de la historia, que traducido al castellano diría más o menos “un lugar limpio y bien iluminado”, describa un conjunto de características bien definidas y que hasta podrían sonar un poco obsesivas. Pero el octogenario al que se refieren los meseros decide sentarse justo debajo de la sombra de unas ramas, lo cual hace menos comprensible su elección por una cafetería para tomarse unos tragos, habiendo tanto bar disponible en las inmediaciones.

Dicho lo anterior, no nos adentraremos en los afanes de los meseros, a menos que sea para decir que están hablando de la moral. Ojo, que no he dicho moralismo, sino aquello que se refiere a las conductas humanas. Con cierta razón, el mesero joven piensa en el viejo como un egoísta, un caprichoso que lo tiene todo (porque tiene dinero) y quien prefiere suicidarse como por molestar. El otro mesero piensa en asuntos menos simples, como la soledad, como la pobreza de espíritu o – mejor aún – la dignidad de tomarse un trago en un lugar sin ruidos, un lugar limpio y ordenado.

Y más allá del diálogo, volvamos a Joyce y ahondemos en la entrega personal del autor a la historia. Hemingway habla de cosas que conoce y que vive. Él mismo es alcohólico, vivió en dos países de habla hispana, completamente incomprendido en su cultura, solo y – aunque vivió cómodamente – tal vez más carente que un salonero cualquiera, a quien le espera en casa una mujer amada. Hemingway, buscando siempre la luz, pero siempre a la sombra. Lindo dato si se quiere leer entre líneas. Como el protagonista, su autor ha intentado ya suicidarse y ha pasado por varias depresiones.

Pero hay una escena que pasa casi desapercibida, o tal vez desteñida por el diálogo de los meseros. Un joven soldado y su acompañante pasan caminando cerca del local. ¿Es el mismo Hemingway que una vez fue soldado? ¿Es el mismo Hemingway enamorado una y otra vez? No lo sabremos realmente, como nunca sabremos si el final de su vida fue o no por su propia mano. Para ambas interrogantes, Ernest Hemingway nos deja claras posiciones en este breve episodio con grandes temas humanos.

martes, 29 de septiembre de 2009

Luis Barrantes, la oralidad en rescate

Hay historias que nacen sin avisar, y la de Luis Barrantes como cuentero comenzó cuando un invitado suyo no pudo llegar al evento, y tuvo que asumir el micrófono para entretener a los asistentes. Desde entonces, supo que también podía contar historias. Pero entre tumbo y tumbo se enteró de que lo que mejor le salía era contar lo que había escuchado por ahí, las herencias de la oralidad, las vainas de los amigos, etc. Por eso nuestro invitado de hoy no se nutre de lecturas específicas para ejercer el oficio de cuentacuentos. Lee mucho, eso si, pero insiste en narrar lo que escuchó.

Lo conocí el martes pasado en camino a Xelajú, un pueblo de origen indígena en Guatemala. Coincidíamos en una reunión del proyecto Pacto por la vida de la UICN, cuyo propósito era propiciar el diálogo entre gobiernos locales, gestores culturales y artistas de Centroamérica. Así como suena de improbable, resultó ser una unión natural, casi como hechos los unos pa' los otros. ¿Y quién no lo va a creer? Si viera cómo Luis Barrantes se apropia de la anécdota de la vice-alcaldesa colonense y la convierte en sabiduría popular, en cuento de tardecita, en concierto de sonrisas. Pero eso no es lo mejor - aunque parece - sino que unos descubrieron y otros confirmaron que en los espacios locales nace la vida comunitaria y se recoge lo popular.

Es así como este cuentero costarricense, de expresividad sencilla y gesto elocuente, expresa la vida y nos invita a rescatar la oralidad, a escuchar a nuestros viejos, a nuestros niños, a quien tenga una historia que compartir; para entendernos, para recordarnos, y sobre todo para rescatarnos a nosotros mismos del olvido.


La foto es de Andrea Díaz-Perezache, de la Agencia fotográfica ASA 50 de Costa Rica.

martes, 15 de septiembre de 2009

Los niños, los cuentos

Alguna vez hablamos en este espacio de la historia del cuento, y afirmamos que nacieron en la tradición oral, como una forma de recogimiento familiar, para inculcar ideas en los niños; ellos, que tienen sed de mundo, que están dispuestos a dar hasta la inocencia por un buen relato, fueron los inspiradores de lo que hoy conocemos como "short stories" en inglés y cuento en castellano.

Hoy traigo todo esto al tapete en donde los martes me sirvo este platillo exacto y delicioso, que son los cuentos, para hacerme eco de la voz de Joaquín Ortega, hijo de Ignacio Ortega Santizo (1950-2007), quien nos habló anoche en la presentación del libro "El Jardín de Mamá Charo" (Gloria Rodríguez), de la importancia de contar con libros de cuentos para niños hechos en su país. Este pequeño, que declara saber de bibliotecas personales a su corta edad, dice tener pocos libros panameños para niños. Manuela y Cáncer lo enseñaron a disfrutar de los libros desde temprano, y él goza de la literatura tal vez más que muchas actividades, un poco porque aprendió a acompañarse de ella en esos largos encierros que la convalecencia de su padre obligó como familia.

Es importante reconocerse en la literatura, tanto como lo es conocer otras culturas. Ello obliga a los escritores del patio a producir para sus lectores locales. Necesitamos - como dicen Joaquín y Manuela - libros para niños escritos por autores de nuestro país. Porque en Costa Rica a la birria de fútbol se dice "mejenga" y en Colombia a los pelaitos les dicen "Sardinos"; porque para un niño en Panamá es más cercano a su corazón el Parque Omar, que el Central Park y en definitiva, porque las mamás que leemos cuentos tenemos que hacer traducción simultánea en muchas ocasiones; y porque la nieve, y los castillos y los carruajes pueden contener tantas historias como el lodo, los edificios multifamiliares y los taxis.

martes, 8 de septiembre de 2009

Un olor a violetas (Giovanna Benedetti)

Cuando una historia te lleva a buscar otras, ya sea en el recuerdo, en la internet o en la librería, ganas de golpe un mundo nuevo. Eso es - entre otras cosas - lo que logra Giovanna Benedetti cuando nos ofrece el cuento "Un olor a violetas", de su libro "La lluvia sobre el fuego" (1982).

La narración impecable de este trabajo literario, tan viva y sensual como la historia misma, nos recomienda "Delta de Venus" de Anaís Nin, "Trópico de Cáncer" de Henry Miller y "Justine" de El Marqués de Sade, a través de la tímida voz de un vendedor de libros que lleva una relación erótico-literaria con una cliente, tanto o más castrada que él en el amor. Resulta maravilloso como cada escena de "Un olor a violetas" se relaciona con los libros que se van mencionando entre el vendedor y la cliente. Ella y su sexualidad, el deseo que ambos se muestran en cada gesto, y por último, los famosos "Infortunios de la Virtud" que delatan las penurias del vendedor por no atreverse a las perversiones de las que fuera capaz "el títere" con "la muñeca" de estos relatos tan intensos.

La música de fondo es parte de la historia y es otro regalo que nos da la escritora cuando la nombra en boca de "la muñeca" que le sacude el piso a nuestro personaje. Ruby Tuesday de los Rolling Stones, y su estribillo "who could hang a name on you?" nos abrazan al final de la historia, nos acurruca para recordarnos que podemos amar a un desconocido y hacer ese tributo a la libertad con un sacrificio más sacro que cualquiera en este mundo y en el otro. ¿y qué me dicen de la línea "Cash your dreams before they slip away", que por el contrario reclaman actuar antes de que los sueños se desvanezcan?

El vendedor se sabe ante varios sucesos extraordinarios y sufre por su propia incapacidad de consumar su deseo. Se dice que "mañana", y cuando se da cuenta de su error, se consuela pensando que en otra casa le espera otro tipo - quien sabe si mejor - de suceso extraordinario; pero quienes leemos esta historia ya no somos como antes, ya no podemos esperar para echar a volar, para aferrarnos a lo extraordinario, ya no permitiremos que Ruby Tuesday se vaya con su nombre y nuestros anhelos de volverle a ver.


La foto, obviamente no es mía...la tienen cientos de sitios internet.

martes, 1 de septiembre de 2009

Narciso

De todas las teorías del cuento que escuché hasta hoy, lo único que me queda claro es que por más técnica y estilo, la falta de una buena historia es el calvario de muchos escritores. Eso lo vimos ya en "El vendedor de cuentos" de Gaarder. Pero a nuestro autor de hoy, no se le puede acusar de historias sin sabor, porque su libro "El rey del truco soy yo", tiene lo suyo - para decirlo en buen panameño-.

Dennis Smith es un artista que recientemente incursiona en la narrativa, no sin antes desarrollarse como músico en el gurpo Maleza. Antes de este primer libro de cuentos, ya había publicado en Maga y en Día D; y fue precisamente en este último suplemento cultural en el que yo leí por primera vez NARCISO, un cuento que despierta todas las suspicacias de lo posible y lo imposible.

Esta historia comienza con la imagen de un cortejo fúnebre entre lo urbano y lo pueblerino. Buen detalle, este último para que se desarrollen los diálogos que nos revelan al protagonista. Porque el narrador es un testigo que va relatando la panorámica, mientras que los soldadores que también presencian la ceremonia, son quienes van tejiendo la verdadera historia tras la aparentemente aburrida vida de un muchacho con retraso mental.

La picardía se hace presente también en la forma de contar la historia, porque de haberla contado linealmente, tal vez Smith hubiera perdido ese toque maravilloso que tienen las cavilaciones sobre los difuntos.

pinche la palabra Narciso para leer el cuento....

martes, 25 de agosto de 2009

El Cuentasueños

No sé cuántos, pero seguramente muy poca gente supo que en Panamá estuvo “El Cuentasueños” y muy pocas personas lo hemos traído a vivir en nuestras casas. Daniel, el último soñador del planeta, es un personaje creado por la escritora costarricense Evelyn Ugalde, quien nos trajo al pequeño héroe en el contexto de la pasada feria del libro.

En este libro de cuentos infantiles nos propone una premisa fundamental para ser felices: conservar la capacidad de soñar. Porque si soñar es construir historias en un estado mental no condicionado por las reglas de la sociedad, la física o las probabilidades, entonces es el espacio ideal para lo imposible.

El científico de su primer cuento, el que le da el título al libro, es quien descubre la solución a la tristeza, el aburrimiento y la desesperanza que vivía la humanidad a falta de sueños. De allí en adelante buscan a un niño que vive en Costa Rica, para que - a punta de relatar sus sueños - vaya devolviendo a los humanos la felicidad.

Andrés y yo hemos leído ya tres cuentos, que sumados a los que escuchamos de la propia autora en un rinconcito para Cuentacuentos, nos empiezan a garantizar la dosis necesaria de sonrisas para enfrentar los días con aguacero, las tareas cansonas de la escuela, el final de los cumpleaños, las picadas de mosquitos, las visitas al doctor y hasta las competencias que no ganamos por andar imaginando mientras los demás corren.

Para conocer más de Evelyn Ugalde y su libro, pinche en el siguiente vínculo internet: http://elcuentasuenos-evelyn.blogspot.com

martes, 18 de agosto de 2009

Leer como comprar zapatos nuevos

Aquel ejercicio íntimo de la lectura no ha escapado al mercantilismo. Se ha hecho además, un asunto de modas y hasta tiene que ver con la piratería. Un sudamericano me contó que su libro fue distribuido por vendedores ambulantes, antes que el original saliera de la imprenta. Cuando la editorial le pidió que demandara, él les contestó que la culpa era de ellos, por dilatar su lanzamiento y especular con la obra.

Estamos ante las puertas de una feria del libro en Panamá, y el comentario más sonado fue la crítica de promover la feria con un personaje que lee a Paulo Coelho. Pero muchos confesaron que les gustaba El Alquimista, auque fuera de auto-ayuda y la cosa quedó como protesta intelectualoide frustrada. Luego, dicen que viene Vargas Llosa, y después escucho todo un barullo a cuenta de que la Alcaldía le restringe el apoyo al pabellón infantil; pero esto se revierte después, como parte de ese “gran mensaje a la nación”, de que este gobierno va a “meter la pata, pero no la mano”. Al final, Vargas Llosa aparece en el sitio Internet de la feria como una escuálida referencia a la importancia de Perú en la literatura, como para que el nombre atraiga público. Ya podemos imaginarnos a la gente en los pasillos del centro de convenciones, preguntando a qué horas llega el escritor peruano mejor mercadeado de las últimas décadas.

Pero eso me parece apenas una linda venganza contra el consumismo, cuando – buscando parecerse a las grandes ferias del libro – se sustenta la atracción en un personaje famoso. Y es que si una cosa buena puede ofrecer una feria del libro, no son solamente los puestos de venta, mucho menos si van a vender al mismo precio de siempre, sino la posibilidad de encontrarse con la literatura. De hecho, casi todas en la región utilizan el formato de actividades paralelas, como presentaciones de libros, coloquios, talleres, etc., que son los que hacen circular público por entre los anaqueles. Si no fuera por eso, la gente iría una vez, pero cuando tienen el programa y ven que hay razones para volver, lo hacen con entusiasmo. De hecho, hay quien sólo va a la Feria por un evento, y luego se anima a llevar algo.

Claro, están quienes leen como si se tratara de abastecerse de la última moda en zapatos, los que compran best sellers aunque sean la misma fórmula de siempre, los que pagan por el nombre del autor, esos que no reconocerían una buena historia porque están acostumbrados a la oferta comercial, quienes no soportan los libros viejos llenos de magia, quienes esperan la nominación del Premio Nobel para tomar la decisión de su próxima compra. Pero todos estos, que son uno sólo, no van necesariamente a las ferias, no rebuscan entre las mesas llenas de textos, no se maravillan con autores recién publicados, no se preguntan si un café, si yo, si las estrellas…


la imagen es del sitio alamoda.com

martes, 11 de agosto de 2009

v a c i l o n e s

para mi, un vacilón es... una tomadura de pelo, una joda, te cuentiaron, la pasaron contigo.   A finales de los ochenta llegué a escuchar que la generación de mis hermanos decían "estar de vacilón" cuando andaban con amiguitas circunstanciales (nada serio) o por pachangas kilométricas.  Eso es en Panamá, pero universalmente es un bromista, un cuentero, y también una fiesta. 

Ayer aparece Manuel con una cinta métrica y pregunta si ya cambiaron las ventanas de la oficina. Nos sorprendió la pregunta, pero contestamos bien organizaditas que si, que las habían cambiado hace meses.  "Ah, qué lástima" dijo con cara de circunstancia "porque se las iba a cambiar por unas blindadas".  Entonces se nos fruncio el seño, y preguntamos casi al unísono: "¿blindadas?".  "Si", se apresuró a contestar nuestro interlocutor, y continuó con entusiasmo "es que van a mudar el barrio de Curundú para este lado y tenemos que poner ventanas blindadas".  A mi enseguida se me vinieron a la cabeza las estampas.

[Curundú viene siendo uno de los barrios más violentos de Panamá. Era zona de Silver Roll en la construcción del Canal Interoceánico y se quedó esperando el siempre anhelando "desarrollo" a escasos metros del puerto de contenedores, del centro de la ciudad y de las áreas canaleras de mejor desarrollo.  Su vecino rico se llama Altos de Curundu (sin tílde en la u) y su hermana más avanzada (también en violencia) es San Miguel. ]

Y mientras pensaba en el lío que sería voltear las casas y organizar la vida del barrio ante la inhóspita calle del Mercado de Abastos, de las oficinas de Aduanas y de la Radio y la Televisión Estatal, Manuelito empezaba a desenredar su risa, aclarando que era un vacilón.


la foto es del periódico La Estrella de Panamá (29/7/2009), y fue tomada por Edward Ortíz.

martes, 4 de agosto de 2009

Semos Malos (Salarrué)

Hoy - contrario a lo de siempre - les voy a invitar a leer un cuento. Si, directamente. Ya que andan navegando por el cyberespacio, pasen por Ciudad Seva y permítanse leer el cuento Semos Malos del escritor salvadoreño Salvador Salarrué.

Pertenece a la colección Cuentos de Barro (1993), la cual tuve la oportunidad de tocar en el bar La Habana de San Salvador. Hago la salvedad de que el lenguaje es regional (local) y que es mejor si - como en mi caso - se escucha de la boca de un jalvadoreño, amante de la literatura.

Así es, pasen por favor a http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/salarrue/semos.htm y como es corto, tómense su tiempo para las palabras.

Cuidado...es muy posible, que aunque se tenga una consistencia dura, se llore desconsoladamente como lo hicimos él y yo esa noche en la terraza del bar.

martes, 21 de julio de 2009

una calle como hilo conductor


Cuando me acerco al libro "Un milagro bastante raro" del escritor panameño Víctor Rodríguez, lo que me llama la atención no son tanto las historias macondianas que lo construyen, sino el detalle que las une. Rodríguez propone como hilo conductor una calle ficticia en un barrio real. Digo ficticia porque no recuerdo haber oído de una "Calle de los Arquitectos Borrachos" en el Casco Antiguo de Panamá (vaya que Rodríguez nunca menciona que sea Panamá, pero la describe en sus años ochenta). Pero el caso es que el narrador le atribuye a su hilo conductor la característica muy extraña - en estos días de individualismo - de aglutinar gente con carácter hasta bélico, que comparten secretos a voces, y que se solidarizan con sus condómines y demás vecinos en sus tragedias, por más inexplicables que parezcan.

Así, las características de "La Calle"; es decir, de sus vecinos, se van develando conforme pasan los cuentos que componen esta colección ganadora de la categoría Cuento del Premio Miró 2008. De hecho, llegamos a La Callle de los Arquitectos Borrachos con un personaje pueblerino que buscaba la paz de una culpa que lo perseguía, y es en esa calle en donde se encuentra a diario con la muerte antes de irse con ella.

En las historias de esa calle, el destino de sus personajes se utiliza un poco (o tal vez bastante) a manera de tragedia griega, dejando ver que - sin importar cuánto se evada el sino - el final de cada individuo era el trazado al principio de la narración.

Omnisciente, nuestro narrador nos cambia a la "Remedios la bella" de García Márquez, por un Heredio Anaya, transmutado en imagen de Che Guevara, quien después de un año de haber muerto sin miedo y enaltecido por un extraño guardia con cultura general, aparece para sus vecinos como "Un milagro bastante raro", dándole así el título a esta obra y al tercero de sus seis cuentos.

_______________________________________________________
La fotografía la conseguí en el sitio web www.guiaenpanama.com, igual que la del indio en taparrabos viajando en cayuco, con la que promocionan a Panamá como destino turístico. Como en el ying/yang toda bajeza también tiene su lado bueno.


martes, 14 de julio de 2009

La familia es una mierda


Valdo es el protagonista de la historia. Está lleno de complicaciones que sólo ocurren en su cabeza. Tiene una vida sencilla (tal vez aburrida), y – como muchas personas – cree que sus problemas son los peores del mundo. Conoce a Geni, una chica que, de entrada le gusta, pero teme darse la oportunidad de disfrutar plenamente de su compañía.


No es una historia espectacular, pero está bien contada. Rubem Fonseca logra otra vez utilizar el detalle mínimo como herramienta para interesar al lector. Aunque nos repite una verdad que ya conocemos (“Uno nunca cuenta una sola mentira. Siempre vienen un montón detrás, en legión”), le agradecemos el contexto en el que la inserta, porque los motivos de Valdo parecen ser legítimos, dados los antecedentes que él mismo tiene sobre su familia, pero el lector sufre sin saber cuándo exactamente se caerá la bola de nieve que va formando en torno a su relación con Geni.

Pero hay otra riqueza en el texto, y es en las notas del traductor, mejor conocidas como “N. del T.” que son mejor si se sitúan mismo en la página donde ocurre el llamado. Valdo estaba “Numa sinuca de bico” y aunque el traductor utiliza “entre la espada y la pared”, se toma unas seis líneas para explicar sobre habla popular brasileña y fundamentos de billar. Si, porque cuando una bola incorrecta queda justo en la entrada del agujero, eso se convierte en un dilema para el jugador. Luego nos habla del “benjamín”, del “filho temporão”, ese que nace mucho después del penúltimo hijo, el que se hace esperar. Esto es, a mi juicio, una ganancia incalculable para el lector en cuanto a interculturalidad, como lo son también los guiños al idioma inglés, bastante frecuentes en varios textos del libro “Pequeñas Criaturas”.

martes, 7 de julio de 2009

Pequeñas criaturas: La elección

Rubem Fonseca es un escritor brasileño nacido en el año 1925. Su primer libro, Los prisioneros, aparece en 1963, por lo que se considera que empezó el oficio de escritor un poco tarde. Esa consideración, sin embargo, no afecta el frescor de sus relatos. No los conozco todos, pero si un par, y las críticas en general le otorgan un especial sentido del humor para detallar las cosas de la vida que en otros escritores resultan un tanto secas.

Hoy tengo en mis manos el libro Pequeñas criaturas y he leído el primer relato de la colección, de nombre "La elección". Su protagonista se va descubriendo sin apuros, mediante pensamientos que hila para tomar una decisión. Con estos, que más que todo son recuerdos y deseos, nos va dando los datos que arman su expediente. Incluso, es casi al final que nos enteramos de su sexo, de por qué no puede hacer las dos cosas que quiere y de por qué la molestia con su hija.

De su nombre, no se menciona ni una señal, pero eso pierde importancia ante la posibilidad de compartir las pequeñas alegrías que le proporciona, por ejemplo, ver sus dientes después de limpiarlos por media hora. Cuando nos habla de la comida, casi nos convoca a probar el bocado, como para disfrutar con ese mismo entusiasmo las posibilidades de la boca en comunión con un plátano que se "saborea mejor" como una pasta. ¿No es acaso lo que ya sabemos hacer, pero dicho por alguien que lo está disfrutando a plenitud?

Rubem Fonseca logra hacer de una simple caricia, un mundo. Descubre para sus lectores que "una costilla de puerco bien frita" es un paraíso posible al alcance de quien puede hacer uso de su salud. Convierte una cerveza en el pretexto para estar con gente, para convivir placenteramente, mientras no se conoce la proximidad de la propia desgracia.

El índice de este libro augura por lo menos 30 historias como esta, con la condición de sumarse al disfrute de lo pequeño. Dice que "existe una diferencia entre el tipo bruto y el ignorante, es que el ignorante puede aprender y el bruto no" y que "la cama es el peor lugar del mundo para quedarse pensando".

Me parece, la nuestra, una opción motivadora para disfrutar el mundo, tomados de la mano de este singular escritor.



La foto del autor la saqué del portal brasileño Sanfrancisco.com

martes, 30 de junio de 2009

en las Honduras de este martes


William Ospina explicaba en su libro "Los nuevos centros de la esfera", que los pueblos iberoamericanos "hemos crecido en el culto a la democracia, pero es evidente que no hemos cumplido con muchas condiciones que ella requiere".  Las viejas aristocracias se resisten y de alguna manera reclaman lo que la herencia de las monarquías se suponía les debía dejar, el abolengo, la clase, el buen gusto y sobre todo el poder.  Debe ser chocante haber guardado por tantos años las joyas de la familia, las fotos de época y los apellidos, para que hoy día cualquier hijo de vecina pueda tomar decisiones y llamarse líder político.  

A Honduras parece no haber llegado la noticia de que la democracia también implica tragar en seco y negociar.  La cuestión de los números no parece haber caído en gracia para las familias pudientes.  Hoy se siguen moviendo los hilos con reuniones de elite y los cuerpos militares siguen comportándose como esclavos del poder económico.  No hay moral ni interés en el desarrollo.   Prefieren reavivar la desconfianza que vivimos en los ochenta, antes que volverse pueblo y en Honduras están sacando las garras de manera desesperada.  

Con esto vamos a perder en toda América, nos estamos debilitando y estamos dejando que se legitime el desprecio por lo ciudadano.  Manuel Zelaya se ha convertido en un símbolo de la vuelta atrás en política, en historia, en desarrollo, en humanidad.  La violación a la que está siendo sometido nos deja frágiles como países y la horrenda mordaza que ocurre en Honduras nos va a dejar a todos con heridas incurables.

Por eso hoy, desde El Cuento de los Martes, la historia es esta, la de un pueblo sometido, la de Abiayala ultrajada nuevamente, la de ingratos días de guerra en Centroamérica, la de una esperanza sin voz. 

La foto es cortesía de Lourdes Soto, desde Tegucigalpa.

martes, 23 de junio de 2009

Paquete completo

Una "bola" en Panamá es un rumor, y por ser una ciudad chica, tiene la capacidad de esparcirse en cuestión de dos días. Los comentaristas hacen uso de las "bolas" para agendar los programas de opinión, y cuando encuentran a un invitado incauto, Bingo!!! consiguen una primicia para el noticiero más cercano.

¿Quién esparce la bola? Puede ser tu madre, quien habló con tu tía y ésta le contó a la vecina. Puede ser el chofer de la oficina, puedes ser tú mismo con esa cara de circunstancia con la que dices "esto que te voy a contar es confidencial, pero..." y sueltas el cuento.

¿Para qué sirven las bolas? hummm.... para mostrar poder (la información es poder), para persuadir a alguien de algo, para confundir, para que otros hagan lo que uno no puede (o quiere) hacer, y hasta para distraer la atención de un problema peor.

BOLASBOLASBOLASBOLASBOLASBOLASBOLASBOLASBOLASBOLASBOLASBOLAS

En Panamá siempre hay bolas a nivel nacional y cuando muere una, otra nace. La que nos ocupa en El Cuento de los Martes es que el nuevo gobierno (el entrante) quiere "fusionar" el Instituto Nacional de Cultura con la Autoridad del Turismo de Panamá. Pero ya no es bola, fue confirmado en una entrevista de televisión; lo que provocó la reacción inmediata de un promotor cultural y su lista de contactos en el mundo del correo electrónico multitudinario y en el facebook.

Para que la bola crezca, el término "fusión" ha sido extendido por todos sus lados, hasta llamarle subordinación. Ahora hablamos de "una dirección de cultura dentro del Instituto de Turismo" e incluso de la "desaparición" del INAC. Ahí es donde abrimos los ojos como platos y decimos que es un absurdo, que no es posible, que están realmente locos, como decían en su campaña electoral.

Para más sasón, una defensora de la maravillosa idea (en este punto ya no se sabe cuál es la idea de la que cada cual habla) dice que "el mundo está lleno de ministerios de cultura y turismo" y que "la cultura se enaltecería con el turismo". Acá, la cosa se pone de infarto, porque su investigación en "google" no da para más. Ahora estamos además, ofendidos con tanto desprecio y sorprendidos de que google no le dijera que lo particular nunca abarca lo general.

Pero las bolas dan derecho a imaginar como ninguna otra forma de comentario. Así que muchos de nosotros nos hemos ido a los extremos de la locura y nos imaginamos, entre otras variedades,

PANAMA, PAQUETE COMPLETO: dos noches, tres días, cene con indiecitos, lleve dos cuadros por el precio de uno, realice su sueño de bailar el lago de los cisnes con un ballet, y por 2 dólares adicionales, llévese una caja de libros viejos que tenemos en el depósito.


martes, 26 de mayo de 2009

concursos

En el 2010 el concurso Rogelio Sinán premia en la categoría cuento.  La Universidad Tecnológica de Panamá se prepara para recibir obras de toda Centroamérica. El 22 de enero se sabrá el resultado y esperamos contar con una nueva colección de cuentos en la literatura centroamericana.    

Las bases están disponibles pinchando el texto de arriba (el coloreado) y en la sede de la  UTP. Aunque en Panamá seguro que habrá intensas propuestas, no pierdo la esperanza de que alguien de los países vecinos venga a sorprendernos con cuentos frescos.

martes, 28 de abril de 2009

evite aglomeraciones, demostraciones de afecto y entusiasmo...

Hay afirmaciones, que por increíbles parecen cuentos.  En estos días han circulado noticias tan "sospechosas" como los casos de gripe que se han detectado en varios países del mundo, desde que México dio la voz de alarma sobre la fiebre porcina.

Estas noticias varían las cifras de enfermos y muertos entre las decenas, los cientos y los miles.  El niño que ayer resultaba sanado en un diario, hoy está muerto en otro.  Los casos confirmados suben y bajan, los países reclaman posibles brotes y lanzan medidas extremas con la facilidad de un "te quiero" en borrachera, y las compras de medicamentos y mascaritas preventivas son las únicas que van en un claro aumento a nivel mundial.

En Panamá, a alguien se le ocurrió la brillante idea de mencionar que un chico que llegó de Argentina tenía varios de los síntomas, pero sus cinco minutos de fama pasaron a la historia, muy probablemente porque sólo a ella se le ocurre poner en peligro la gran aglomeración que todos esperábamos: las elecciones.

Después de saber los resultados de las elecciones, el gobierno decidirá si se acoge a la conveniente aparición de esta incomprensible enfermedad, o si aquí no ha pasado nada.  Mientras tanto, el Mall más grande de Centroamérica permanece abarrotado sin piedad y la gente lo único que entendió de las noticias internacionales es que hay que comprar mucho por si nos mandan a quedarnos en casa como a los mexicanos.

¿Y las demostraciones de afecto? Depende. Yo tuve todos esos síntomas hace como dos semanas, todos, toditos, menos la muerte, que es el síntoma definitivo para saber que hay problemas.  Pero en esos días, aunque yo trataba de evitar los besitos, mucha gente me dijo "no te preocupes, eso está en el aire y es inevitable, acuérdate que estamos en época de resfriados".  Aclaré que hasta nauseas tenía y me dijeron "es normal, tanto moco, tanto menjurje, todo eso da náuseas".  Igualmente yo había tenido el temible Dengue Clásico un mes antes y - aunque sin mocos - creí que me moría en esa vuelta.  De manera que ¿por qué perderme de unos abrazos bien merecidos?  Pero ahora, tan sólo mis ojeras me hacen acreedora de unas miradas de escáner médico.  "De lejos, manita, de lejos, que la cosa no anda para vainas raras".

Hasta que se demuestre lo contrario.  Si, así van a tratar las autoridades salvadoreñas a todo el que estornude y tenga "calenturas".  Por eso los organizadores del Encuentro de Poetas de mayo se las están viendo difícil para llevar adelante su agenda.  Además de estar tratando con un sospechoso (ahora si cabe) gobierno saliente, tenemos que considerar que la OMS ha recuperado la credibilidad internacional, declarando que esta es la pandemia que estaban esperando desde hace 30 años (para levantar fondos).

De manera que nadie se entusiasme demasiado, pero sobre todo piense bien si celebra un ganador de las elecciones panameñas con un abrazo.  Puede ser su último derecho al sufragio.

FOTOGRAFÍA TOMADA POR LIL HERRERA EN UNA AGLOMERACIÓN POÉTICA CON DEMOSTRACIONES DE AFECTO Y ENTUSIASMO.

martes, 14 de abril de 2009

El Vendedor de Cuentos

Me refiero a la historia que el escritor noruego Jostein Gaarder publicó en el año 2002 bajo el sello de Ediciones Siruela. Es una novela corta de cinco capítulos en los que el autor nos cuenta sobre el enigmático Petter El Araña, un personaje con demasiada imaginación, que la aprovecha para escribir tramas, novelas y cuentos, y …venderlas a escritores famosos que se han quedado sin historias.

La idea parece simple, pero como el protagonista no lo es, una historia nos lleva a la otra para dejarnos en el más absoluto de los desamparos al encontrarnos tan solitarios como Petter, su clandestinidad y su egocentrismo. Para muchos, el verdadero final es una necesidad de empezar a contar las propias historias y eso es de lujo.

La copia que milagrosamente conservo me la heredó Lucha González, cuando se mudaba de Panamá, y desde entonces la he prestado muchas veces por mucho tiempo. El libro ha viajado, ha sido olvidado debajo de almohadas prestadas, y ha sido secuestrado por incautos lectores que pensaron darle una hojeada y más bien fueron presa de las bien escritas narraciones de Gaarder.

Como no comprendo el noruego, supongo que sus traductores han hecho un gran trabajo y me suscribo a su sano juicio. A mi me parece una obra hermosa y desprendida de pudores.

Una de las frases que más me gusta leer es la que se refiere a una ida al cine de Petter con su mamá en la que fueron a ver Candilejas de Chaplin: “Me hice adulto cuando vi esa película”.

Pero El Vendedor de Cuentos es mucho más, es un niño que hace una marquita roja en la pared y no puede parar hasta que su mamá llega a casa, es un joven que hacía deberes para sus compañeros, es un hombre que se enamoró tantas veces como mujeres encontró en el camino, es el negocio detrás de la literatura y las ferias de libros, es...el vendedor de cuentos.

Buen provecho!

martes, 7 de abril de 2009

Para acercarse al cuento

Casa Cultural Huellas en la ciudad de Panamá está organizando el taller literario "Para acercarse al cuento" con el escritor panameño Carlos Fong.  Se proponen 8 sesiones de trabajo con teoría y práctica a partir de este jueves 16 de abril del 2009.  El horario es de 6:00 a 8:00 p.m. y las sesiones terminan el 7 de mayo.

Carlos Fong es un gran conocedor de la literatura universal y tiene un trabajo sostenido, que - sin mayores aspavientos - ha demostrado ser innovador y portador de nuestra cultura en sus historias.  Es además un promotor de lectura comprometido y desde el Instituto Nacional de Cultura trabaja también en la promoción de escritores latinoamericanos.

Creo que este taller será de gran utilidad, no sólo para quienes quieran incursionar en la escritura de cuentos, sino para aquellos que quieran disfrutar más de sus lecturas y orientar su apreciación de la literatura universal.  

Saludos para los amigos de Huellas, quienes ya en varias ocasiones nos han acogido en su local y buen augurio para los talleristas, de quienes esperamos disfruten del carácter afable y de la honestidad profesional de Carlitos Fong.

martes, 24 de marzo de 2009

El árbol de la vida


La semana pasada estuve con estudiantes de octavo y décimo en un colegio, y les decía a los muchachos sobre esta idea de que el hombre y la mujer fueron humanos por completo cuando empezaron a nombrar las cosas. De ese ejercicio, el punto máximo es la poesía.

Había pasado los últimos tres días participando en un taller de poesía con Roberto Manzano, gracias a las gestiones del Instituto Nacional de Cultura. Este poeta, crítico y maestro estuvo en el país por dos semanas – según él mismo nos contaba con mucha emoción – a partir de una sugerencia que los jurados del Concurso Ricardo Miró le hicieron a Anel Rodríguez para mejorar la calidad de los trabajos que se presenten a este importante concurso a través de la oferta de talleres literarios. Anel les tomó la palabra y se propuso traer a los mejores maestros de la región para los escritores panameños que quisieran aprovecharlos. Dicen que su desconcierto (de Anel) fue evidente cuando el primer día de taller (el 9 de marzo) vio que habían sillas vacías. Pensaba volver a partir del día siguiente a tomar las clases de poesía de Manzano. Quería que su presencia fuera aprovechada al máximo, y él mismo daría el ejemplo.

A partir de entonces el taller tomó un sentido más grande: la gratitud. De allí surgieron varios textos para honrar y agradecer a quien se había tomado en serio a los artistas. Muchos de estos textos fueron leídos el 20 de marzo en la jornada de lecturas que los funcionarios del INAC organizaron para honrar la memoria de su jefe en el día de la poesía, incluso uno del mismo Roberto Manzano, quien escribió una “Elegía urgente para Anel Omar” y la compartió con los panameños antes de volver a su tierra.

De este taller, surgió también la idea de volver al lugar donde la muerte quiso vencer a la esperanza. Si la poesía es la expresión más alta y sublime de la palabra, entonces debía ser capaz de responder lo que la lógica no alcanzaba a explicar.

Por eso volvimos al árbol en cuyas raíces reposó por última vez el Anel abatido por la tragedia de nuestra sociedad, volvimos a ese pedazo de vida en el que se refugió y en cuyo suelo dejó la vida que empezó a dar frutos inmediatamente. Estos frutos de los que hablo son, por ejemplo, gente que se inspiró y probó su capacidad de escribir textos poéticos, anecdotarios, declaraciones, etc.; otros se convirtieron en promotores culturales, se generaron nuevas amistades, se renovaron otras; los chicos del ballet nacional ya no pueden parar, le están preparando una función especial; los del taller Guilled; en fin, ese árbol se ha vuelto el punto de partida para una especie de movimiento que intenta recuperar la paz a través del arte, de las manifestaciones culturales nuestras y así dar a la muerte lo único que la dignifica: la vida.

FOTOS: (ambas fotos son propiedad de Lucy Cristina Chau y fueron tomadas el 21 de marzo de 2009) se pueden usar con el debido crédito.
1. Raíces del árbol donde murió Anel Rodríguez (la rosa la encontramos ahí)
2. Pintor panameño de la etnia Kuna, Ologuaidi.

martes, 3 de marzo de 2009

Cortázar en Casa

De la Colección Literatura Latinoamericana del Fondo Editorial Casa de las Américas, el libro 135 se titula Las Armas Secretas y otros relatos.  Este fue el título que solicitó el propio autor "en una carta fechada en París, el 5 de abril de 1983", según el prólogo del libro.

Pero esta no era la primera vez, porque Cortázar ya era de Casa.  Había sido publicado antes, había sido jurado y también conferencista en más de una ocasión.  De ellas, este título, re-editado en 1999 contiene dos ponencias del maestro con respecto al arte de contar.  Una de ellas es "Del cuento breve y sus alrededores" y la otra "Algunos aspectos del cuento".   (pinchar los títulos para encontrar vínculos a estos textos en la web)

Son dos documentos, de los cuales yo diría fueron hechos con afecto, porque sólo el afecto puede generar ese desprendimiento y esa honestidad con la que descubre para su público y sus lectores un mundo reservado para pocos, un mundo en el que quien desee incursionar en el cuento - e incluso quien ya lo haya hecho - encontrará herramientas entre líneas, pero sobre todo las respuestas a preguntas que muchas veces pasan desapercibidas para los narradores y las cuales son la diferencia entre un buen cuento, uno regular y uno más del montón, de esos que no dejan en uno ni siquiera un disgusto.

Cortázar fue discípulo de Borges, pero no se puede decir que su obra sea una herencia del anterior.  Tenía su propio estilo y ello le valió ser tan inolvidable como su maestro, pero sin verse bajo la sombra del anterior.  

Este gran escritor argentino tenía una teoría sobre las figuras, sobre ser parte de un todo más grande y que no se llega a comprender en el mismo instante en el cual se vive.  La misma también se explica en el prólogo del libro y dice de su afecto por Cuba, por la Revolución y por su felicidad de ser parte de Casa de las Américas, su casa.

martes, 10 de febrero de 2009

Gloria Melania Rodríguez (Panamá)

A Gloria, lo de los cuentos le sale natural.  Su conversación es serena, pero llena de entusiasmo. Sus cuentos - los que he podido leer - conservan esa naturalidad que los hace atractivos a quien desea disfrutar de una buena historia, que además esté bien escrita. Esto lo digo porque quien echa un buen cuento, no necesariamente puede escribirlo con la misma destreza con la que oralmente entretiene.

Yo la vi en El Perote de las Musas, evento artístico-cultural que se desarrolla anualmente desde hace cuatro años en Santo Domingo de Las Tablas, Provincia de Los Santos en Panamá. Era la segunda vez que la escuchaba narrar esos cuentos en los que la observación de su entorno parecen ser la clave de su talento. Allí nos leyó una parte de su reciente premio literario, el de Literatura Infantil "Carlos Francisco Changmarín". Estrenamos "El Jardín de Mamá Charo" de la viva voz de su autora y junto al mismo Chico Changmarín, fuimos testigos de la magia en la que nos envuelven ella y sus personajes, sobre todo Juan Pablo y Tranquilito, cuyas aventuras y observaciones de la naturaleza (tanto la de las plantas, como la de los animales y hasta la humana) nos devuelven la alegría sin que nos sintamos obligados a ocultar la sonrisa.

Disfruté los tres cuentos que leyó, pero "El Vacío" - que no se si lo hizo a propósito para dejarnos con una nostalgia colectiva - me sacudió el sentimiento de pérdida por aquel patio que dejé en mi infancia, en el que descubrí muchos de mis temores, mi capacidad de creer en la humanidad y hasta un lejano episodio de jugar a "papá y mamá" del cual salí con tres correazos y toda la tristeza del mundo por tener que abandonar a mi esposo sin decirle que todo había terminado entre él y yo, y que nunca, nunca, nunca más mi mamá quería escuchar desde su ventana que era la hora de acostarnos...

martes, 20 de enero de 2009

L a T u l i v i e j a

Este martes regreso de las montañas del sur de Veraguas con barro en los zapatos, mucha energía, y sobre todo recuerdos de la niñez.  Entre ellos, uno de los personajes más famosos de América Latina:  La Tulivieja, también conocida como La Tepesa o La Llorona.  

Uno no puede haber tenido una niñez completa sin haber gozado de cuentos como La Tulivieja.  Esta historia responde a la función tradicional del cuento, que - según cuentan - era la de recogimiento para los más pequeños e incluso para la familia entera.  Era al rededor de las abuelas y abuelos en donde iban a parar las tardes y las prima-noches de la comunidad.  Los primeros cuentos terminaban siempre con una íntima necesidad de obedecer, de "portarse bien", de recogerse...o en otros casos, de jugar con la psiquis de los más débiles para hacerles sentir miedo.  

Parte del cuento es que siempre hay alguien que jura haberla visto, o por lo menos haberla "sentido" cerca.  Es entonces cuando este cuento crece y cobra nueva vida.  Se hace otra historia y se goza como la original.  A mi me contaron que a la mamá de mi cuñado La Tepesa le amarró el cabello con el de la prima mientras dormían, también me dijeron que un borracho la llevó a caballo durante toda la noche y cuando llegó a su casa sólo llevaba un vestido blanco colgado de la montura.  En todos los casos ella sólo quería preguntar por el hijo que había perdido, ella sólo quería arrepentirse del pecado que ahora "le pesa", ese que la hace "La llorona".    Otra vez, el relato solamente advierte a las más jovencitas a portarse bien, a las mujeres a que se queden en su casa con sus hijos y se olviden de sus falsas ilusiones, de sus pasiones y de cualquier cosa que crean que puedan ser, porque el arrepentimiento será para siempre.