martes, 15 de septiembre de 2009

Los niños, los cuentos

Alguna vez hablamos en este espacio de la historia del cuento, y afirmamos que nacieron en la tradición oral, como una forma de recogimiento familiar, para inculcar ideas en los niños; ellos, que tienen sed de mundo, que están dispuestos a dar hasta la inocencia por un buen relato, fueron los inspiradores de lo que hoy conocemos como "short stories" en inglés y cuento en castellano.

Hoy traigo todo esto al tapete en donde los martes me sirvo este platillo exacto y delicioso, que son los cuentos, para hacerme eco de la voz de Joaquín Ortega, hijo de Ignacio Ortega Santizo (1950-2007), quien nos habló anoche en la presentación del libro "El Jardín de Mamá Charo" (Gloria Rodríguez), de la importancia de contar con libros de cuentos para niños hechos en su país. Este pequeño, que declara saber de bibliotecas personales a su corta edad, dice tener pocos libros panameños para niños. Manuela y Cáncer lo enseñaron a disfrutar de los libros desde temprano, y él goza de la literatura tal vez más que muchas actividades, un poco porque aprendió a acompañarse de ella en esos largos encierros que la convalecencia de su padre obligó como familia.

Es importante reconocerse en la literatura, tanto como lo es conocer otras culturas. Ello obliga a los escritores del patio a producir para sus lectores locales. Necesitamos - como dicen Joaquín y Manuela - libros para niños escritos por autores de nuestro país. Porque en Costa Rica a la birria de fútbol se dice "mejenga" y en Colombia a los pelaitos les dicen "Sardinos"; porque para un niño en Panamá es más cercano a su corazón el Parque Omar, que el Central Park y en definitiva, porque las mamás que leemos cuentos tenemos que hacer traducción simultánea en muchas ocasiones; y porque la nieve, y los castillos y los carruajes pueden contener tantas historias como el lodo, los edificios multifamiliares y los taxis.