martes, 2 de marzo de 2010

Oh, yes, I'm a great pretender

Tengo en casa cuatro ejemplares de la Revista Ati que me enorgullecen.  Es un producto hecho por gente lúcida y sensible, que no muestra ningún complejo absurdo por vivir y trabajar en el interior del país (en este caso Panajachel, Guatemala).   “Ati” es la revista del lago de Atitlán.  Podría decirse que es el concepto de la comunidad de cuenca, que naturalmente determina la cultura de un conglomerado humano.  Eso lo han entendido los del equipo Ati, quienes tienen una serie de productos estéticamente potables y culturalmente abarcadores.

Luego de la introducción necesaria, paso al cuento que hoy me ocupa, y que encontré en el No. 20 del Año 3.  Para los cibernautas, les paso el vínculo http://atihojaabierta.blogspot.com/2009/07/oh-yes-im-great-pretender.html en el cual lo pueden leer en cosa de un par de minutos.  Se llama "Oh, yes, I'm a great pretender" y su autor es Juan Carlos Pensamiento.

Resulta que esta historia es la de muchas personas, quienes – intentando encontrar en la pareja una tabla de salvación para su soledad – terminan justificando los comportamientos típicos del ¿infiel?  Y lo encierro en interrogantes porque no sé quién es más infiel, si ese que engaña a su pareja con otra persona, o quién se engaña a sí mismo con la idea de que alguien le pertenece o es su responsabilidad. 

El tiempo entre las 3:30 de la madrugada y las 7:30 de la mañana son bien llevados en una narración casi sin pausas.  Un ritmo sinuoso en el que su protagonista – que no logra conciliar el sueño – pasa de la racionalización a la indignación varias veces.  Justifica a “su amorcito” de juerga con los amigos y en poco tiempo se lo imagina de conquista.  “Le tengo confianza” se repite para sí, pero de alguna manera quienes vamos leyendo sabemos que cada llamada al celular revela otra gran mentira.   La voz protagonista (en cursivas) desespera por su posición resignada, pero la acción es aún más angustiante, porque sentimos la humillación progresiva como un dolor propio, como cuando tu amiga te dice que el marido tiene ya como dos semanas llegando tarde y borracho “porque está muy estresado con el trabajo”.  Una sabe que al mínimo comentario sensato, a la mínima insinuación viene ese gesto de orgullo que te cierra la puerta a la verdad.  Nos han enseñado que “en cosas de marido y mujer…mejor déjala correr”.

Me gusta el lenguaje.  Es coloquial, directo y natural.  “!Ala gran puta, cómo me he engordado!” dice cuando ve su propia imagen; “lo van a chingar sus amigos, van a pensar que soy psycho” piensa cuando se auto-convence de no llamarlo como por cuarta vez. 

Creo que el final pudo haber sido mejor, pero de alguna forma logra cortar esa angustia que nos oprime el corazón.  La corta, pero no la suprime.  Digamos que ya resolvió el problema, pero no como uno quisiera (que lo mande a la mierda sin retorno, que le haga la gran bronca, que se las corte en trocitos), lo deja ahí para saber o recordar que lo que mucha gente teme es estar sola. 

4 comentarios:

  1. Saludos desde el laguito.. gracias por reseñar la Ati..
    te esperamos pronto por aqui

    ResponderEliminar
  2. Hola! Soy Juan Pensamiento Velasco (no suelo usar el Carlos), el autor del cuento que comentás, y te agradezco infinitamente, primero, que hablés del encomiable esfuerzo de la ATI (Lucha y Juanmi son unos dioses)y, segundo, de mi cuentito. Es apenas el segundo cuento que me publican , así que me encanta y enorgullece que lo hayás tomado en cuenta, así como que lo hayás entendido y tengás captada exactamente la intención. Me hizo muy feliz que también entendieras que el género del personaje protagonista no es importante, para que cualquiera, hombre o mujer, se pueda identificar. La mayoría de lectores asumieron inmediatamente que era una mujer...Por supuesto estás en completa libertad de que te guste o no el final y esto que escribo no es para convencerte de lo contrario; sólo quiero aclarar que con este final, precisamente quería subrayar lo patético de la situación, que seguramente continuará por todo el tiempo que el personaje protagonista se siga humillando a sí mismo(a) con tal de no perder a su pareja. Después de todo, quien permite que le respondan un "te amo" con un "shhhhh", probablemente, por al motivo que sea, sea adicto a esas bofetadas.

    ResponderEliminar
  3. !Qué alegre sorpresa las visitas! Lucha, el tributo es obligatorio; Juan, un honor que nos enriquezcas con tu presencia. Aquí sólo está lo que me impacta, es mi pequeña libertad y ustedes entran en mi humilde choza de los tesoros. Gracias.

    ResponderEliminar
  4. Chau, Chau, no sabía que tenías un blog. La revista, hecha con mucho esfuerzo, va dando sus frutos. La Lucha fantástica. Un abrazo y ya me hice seguidora de tu sitio.

    ResponderEliminar