La vocación no entra en la transacción. La lista de deberes se acrecienta, la calidad cada vez es peor y la tecnología sólo aumentó los costos de matrícula, porque los salones audiovisuales, por ejemplo, se usan para ver dibujitos animados y hacer ensayos o coreografías. La cafetería es el gran negocio en todas las escuelas, los uniformes son otro emporio y el tema de los seguros médicos un engaño con el que nos mantienen tranquilos cebando el cochinito de los negocios.
Supermercados deberían llamarle a los postgrados, porque sólo a recoger de las estanterías llegamos. Clin, clin, suena la registradora, mientras acumulamos materias que igual vamos a pasar, sepamos o no.
¿A qué viene este ceviche de vísceras? Al descontento, al hastío que me ha producido este martes 16 de noviembre, en el cual me llega una nota de la escuela con el hostil recordatorio de la matrícula, y una hojita de gastos y fechas de pago. Para pagarme como docente, la miseria no vista y luego en el postgrado la situación más infame: los estudiantes dependíamos de dos matrículas más para que iniciara la segunda parte del curso. En el minuto que reciben el pago “avisan” que las clases comienzan … jajaja… dentro de una hora!
Esto es – como se lo dije al administrador – el irrespeto a la persona, el menosprecio por el otro, tu tiempo no vale nada, debes esperar a que yo quiera porque tengo el control. Con su cara de concreto a decirme que hay un malentendido y de todas formas hacen lo que les da la gana…
Si, esto de la educación es un negocio porque tienen el control, porque ellos mismos ponen las reglas estas en que los títulos académicos caen como chorros sobre el papel, pero cuando alguien como yo se asquea de ver cómo cabezas huecas repiten el mismo discurso pobre una y otra vez, empieza a germinar un cambio que en lo más profundo les hace temblar.
Y el administrador dijo: ¿Podría explicarme qué es aquello de la vocación?.
ResponderEliminarMuy bueno, saludos
Joao