martes, 17 de julio de 2012

Kipling, escribiendo como niño


Tal vez la clave para escribir un buen cuento infantil se encuentre en la historia de Kipling al escribir Just so.  Esta colección se escribió desde el profundo afecto que el escritor inglés mostró ante la inminente muerte de su hija Josephine, quien tras agarrar una gripe en un viaje a los Estados Unidos con su padre, se fue debilitando hasta quedar dormida para siempre.

Effie tenía siete años, la edad en la que la fantasía y las preguntas sobre la vida se entremezclan en una sola persona.  Kipling, además poeta y periodista, utilizó la narrativa como medicina de alivio para su pequeña ya sin fuerzas.  Le contaba estos cuentos para que descansara y después de un tiempo de su fallecimiento, decidió escribirlos e incluso ilustrarlos personalmente.  Mandó la colección a su editor, quien los puso a prueba con su propio hijo, también de siete años.  Nicolas les puso nombre y pidió por ello una pequeña regalía, que más adelante le haría próspero, ya que los Just so se vendieron muy bien en su primera edición en Inglaterra.

Ilustración del cuento "Las manchas del Leopardo"
Yo me encontré una versión en castellano en una librería local.  Se llama Cuentos Exactamente así y hacen la salvedad sus editores (Ediciones Diada de Argentina) de que el sólo hecho de traducirlos ha sido una irreverencia para con Kipling y sus últimos deseos, pero que guardan la esperanza de que esta versión – en vez de ponerlos a descansar, como a la pequeña Effie – despierte niños, que es en definitiva “la función de la literatura”.

Pero no tienen por qué pelear ambos efectos.  En el caso de las historias de Rudyard Kipling, los cuentos tienen varias características, que por un lado pueden tranquilizar al niño más inquieto y por el otro, despertarle en imaginación y vuelo semántico.  Lo primero es que están muy bien contadas, con un ritmo que no te dejan ganas sino de escuchar el final.  Cada elemento que introduce es como una llave para abrir la siguiente puerta.  Luego es atrevido, como buen niño en el que se convirtió el autor para inventar estas bellas historias.  En esa misma línea, le da su propio sentido a la vida; da explicaciones fantásticas sobre hechos naturales que damos por sentados.  Además, trabaja la descripción generosamente. Estira, jala, ilumina y tuerce a sus personajes – casi todos animales – hasta darles forma en el intelecto. Y – tal vez – por último, otorga un por qué y un cómo, que son dos preguntas ejemplares cuyas respuestas siempre buscan los niños inquietos, inteligentes y creativos.

Cualquier otra técnica para literatura infantil como la onomatopeya o la repetición, pueden parecer hasta aburridas para los niños, si no se acompañan por esas respuestas que quieren de la vida.  Yo digo que Kipling se hizo niño con su niña y por eso sus historias deben contarse Exactamente así, como yo las encontré… o Precisamente así, como se las regalo a ustedes en este sitio donde las encontré en la maravillosa Internet donde ustedes y yo conversamos algunos martes. 

3 comentarios:

  1. Gracias Lucy por compartir Just so we can keep on dreaming and writing.

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  2. No podrás imaginar la magia que trajo a mi pueblo estos cuentos de Kipling. Ya te contaré algún día. Mil gracias.

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  3. Agradezco la información, me gustó encontrar la selección de cuentos. Un escritor que mis alumnos van a apreciar.

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