martes, 1 de julio de 2014

Un dato de Alejo

Alejo Carpentier, busto de fabricación casera.
            Un trabajo periodístico de Alejo Carpentier  —escrito hace 62 años—  contiene un excelente dato histórico sobre la programación de los medios de comunicación de la época que vale la pena conocer, cito:

Cuando se consideran los programas de radio en América Latina, una particularidad llama la atención de quienes han tenido oportunidad de conocer lo que cargan las ondas de otros continentes: la cantidad de novelas por episodios que en ellos figuran. Más aún: en Panamá, para citar un ejemplo típico, se ha llegado a construir verdaderos <<bloques>> de novelas por episodios  —tres, cuatro, una tras de la otra— que cubren los mejores tiempos de la emisión. La novela en treinta, cuarenta, ciento, trescientos episodios —¿no hubo una, recientemente, que pasaba de quinientos? —, constituyen la base del cotidiano programa radiofónico en nuestro países.[1]

            El dato parece vigente si se tiene en cuenta que en el momento en que esas letras se publicaban, la radio era el medio de comunicación de masas por excelencia, puesto que hoy ocupa la televisión. Seis décadas han pasado y como si fuese mentira el único cambio en las programaciones es la forma de llegarle al receptor, invadiéndolo con millones de partículas de imagen que fueron cambiando a través de los años entre el blanco y negro, el tecnicolor, la tv análoga, la tv digital, quizá en la creatividad de la publicidad y las empresas anunciantes, pero se mantienen inmutables los clásicos temas de las tramas de las novelas, la división de los personajes entre buenos y villanos, los amores imposibles, las intrigas fáciles y dañinas, de vez en cuando se cuela un poquito de la moral social vigente en el momento como un elemento o no en el más de los casos.

            Gracias a la FIFA hay fútbol cada cuatro años como en estos días, pero fuera de la excepción la jornada televisiva está (des)compuesta en más de tres cuartos por novelas que  —más recientemente las series y los realiti shows que también— mantienen a tantos en vilo y sus tramas hasta hacen parte de las conversaciones de la familia y otros círculos sociales. La tele está inundada de eso, de la trama circular de la chica buena que luchó contra la mala y que al final se casa con el chico bueno, que andaba (en contra de su voluntad) con la mala y todos los malos mueren o quedan en la cárcel y luego es difícil distinguir las líneas divisorias entre la programación de ficción burda y los hechos sociológico-políticos que se muestran en el noticiero, la periodista buena gente que le lleva comida a la gente pobrecita con ayuda de la generosa empresa de capital millonario que asume su compromiso de responsabilidad social con cincuenta balboas de compras, el político malo que se roba la plata o el bueno de buena familia que asumirá el nuevo reto de llevar los rumbos del país; lo cierto es que en ese otro terreno las cosas no son tan fáciles como en las novelas y sin embargo hay más de uno que se ha pasado la vida entera frente a la tele y termina por creer que las cosas son más que menos así mismo, de allí que habría que ver cuánto pesan sesenta años o más de programaciones de novelas en el pensamiento crítico de la población y su manera de entender la vida; pues ya hasta la FIFA según esta visión se va transformando en una malévola multinacional del fútbol que conspira para que la final del mundial sea entre Brasil y Argentina para vender la taquilla y simplificar el marketing, pero también está Colombia, Costa Rica y la esperanza europea, pero eso ya son materias de cuento para otros martes.




[1] Carpentier, Alejo. Novelas por Entrega. El Nacional, 23 de noviembre de 1952.

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