martes, 30 de junio de 2009

en las Honduras de este martes


William Ospina explicaba en su libro "Los nuevos centros de la esfera", que los pueblos iberoamericanos "hemos crecido en el culto a la democracia, pero es evidente que no hemos cumplido con muchas condiciones que ella requiere".  Las viejas aristocracias se resisten y de alguna manera reclaman lo que la herencia de las monarquías se suponía les debía dejar, el abolengo, la clase, el buen gusto y sobre todo el poder.  Debe ser chocante haber guardado por tantos años las joyas de la familia, las fotos de época y los apellidos, para que hoy día cualquier hijo de vecina pueda tomar decisiones y llamarse líder político.  

A Honduras parece no haber llegado la noticia de que la democracia también implica tragar en seco y negociar.  La cuestión de los números no parece haber caído en gracia para las familias pudientes.  Hoy se siguen moviendo los hilos con reuniones de elite y los cuerpos militares siguen comportándose como esclavos del poder económico.  No hay moral ni interés en el desarrollo.   Prefieren reavivar la desconfianza que vivimos en los ochenta, antes que volverse pueblo y en Honduras están sacando las garras de manera desesperada.  

Con esto vamos a perder en toda América, nos estamos debilitando y estamos dejando que se legitime el desprecio por lo ciudadano.  Manuel Zelaya se ha convertido en un símbolo de la vuelta atrás en política, en historia, en desarrollo, en humanidad.  La violación a la que está siendo sometido nos deja frágiles como países y la horrenda mordaza que ocurre en Honduras nos va a dejar a todos con heridas incurables.

Por eso hoy, desde El Cuento de los Martes, la historia es esta, la de un pueblo sometido, la de Abiayala ultrajada nuevamente, la de ingratos días de guerra en Centroamérica, la de una esperanza sin voz. 

La foto es cortesía de Lourdes Soto, desde Tegucigalpa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario